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La política exterior estadounidense, según Mitt Romney: Israel (Parte I)

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La política exterior estadounidense, según Mitt Romney: Israel (Parte I)
El tercer y último debate presidencial entre el presidente de EE.UU., Barack Obama, del Partido Demócrata, y el candidato del Partido Republicano, el Gobernador Mitt Romney, sirve de punto de referencia adicional para considerar las posturas en política exterior del ex gobernador del estado de Massachusetts. Es importante examinar las posiciones del candidato Republicano, por lo que podría suceder en el plano internacional de ser elegido presidente estadounidense.

Cabe analizar la actitud de Romney y del liderato del Partido Republicano con respecto a Israel dentro del contexto de la crisis internacional estimulada y magnificada por las amenazas de Tel Aviv de atacar a Irán y por la hostilidad demostrada por Bruselas y en particular por Washington hacia Teherán a través de su régimen de sanciones debido a la existencia del programa nuclear iraní. Conviene recordar antes que nada que Israel es probablemente el aliado más estrecho de EE.UU., con el que comparte estrechos lazos estratégicos, políticos, económicos y culturales, además de que un segmento significativo de su población tiene aparte de la ciudadanía israelí, la ciudadanía estadounidense o posee estrechos lazos familiares con EE.UU.       
 

Mitt Romney:

Durante el tercer y último debate presidencial, el moderador le preguntó a ambos candidatos, Obama y Romney, si estos estarían dispuestos a declarar formalmente como presidentes que un ataque contra Israel sería considerado como un ataque contra EE.UU., como en el caso de la alianza estadounidense con el Japón o con los países miembros de la Organización del Atlántico Norte (OTAN). Ninguno de los candidatos a la presidencia quiso comprometerse a hacer esta declaración de ocupar la Casa Blanca el año que viene, aunque sí dijeron, como han dicho presidentes anteriores que apoyarían a Israel de ser éste atacado.

Parecería evidente que los presidentes de EE.UU. no han querido comprometerse a hacer una declaración formal comprometiendo a EE.UU. a defender al Estado judío de ser atacado para evitar involucrar política y militarmente a Washington en cada conflicto en que Israel se ha visto envuelto y así tener un mayor margen de maniobra en el plano diplomático y militar ante los países árabes vecinos de los israelíes. Empero, está la insistencia del Gobierno de coalición de derecha, religioso fundamentalista teocrático hebreo y nacionalista radical israelí del primer ministro Benjamín Netanyahu, de ver como una amenaza a la existencia de Israel el que Irán tenga un programa nuclear con capacidad de desarrollar armas nucleares, amenazando con atacar a Irán, de éste cruzar una línea roja que sería el límite más allá del cual Teherán tendría la capacidad técnica para adquirir un arsenal nuclear.

Cabe aclarar que la preocupación del Gobierno israelí es que Irán, al desarrollar su programa nuclear, declarado por Teherán como para fines pacíficos –energéticos, científicos y para fabricar isótopos médicos para el tratamiento contra el cáncer–, los iraníes adquirirían a la vez la capacidad tecnológica e industrial para también fabricar armas nucleares, de querer hacerlo. Este temor se debe a la experiencia de los mismos israelíes por la forma en que estos desarrollaron su programa de armas nucleares, de forma ilegal y secreta, como veremos más adelante. Hay que añadir que, según las agencias de inteligencia de EE.UU., Irán abandonó la idea de obtener armas nucleares en 2003 y que desde entonces no hay evidencia indiscutible de que los iraníes estén intentando procurarlas. Cabe resaltar que, según parece, la CIA ya sabía o sospechaba desde al menos 1965 que el reactor nuclear israelí en Dimona, en el desierto del Negueb, era utilizado para desarrollar bombas atómicas, habiendo producido  una o más armas nucleares para 1967. Aunque no imposible, es improbable que un programa de armas nucleares iraní se le escapase a la inteligencia norteamericana.

Con todo esto, convendría que un presidente estadounidense haga una declaración formal comprometiendo a EE.UU. a la defensa de Israel de éste ser atacado por una potencia, como manera de calmar los ánimos en el Gobierno israelí y enfriar su intención de atacar a Irán, ataque que provocaría una guerra regional que involucraría seguramente a Estados Unidos y que por ello podría también causar la intervención de Rusia y China para apoyar a su aliado persa agredido, pudiéndose tornar la guerra en mundial.

Mitt Romney en Jerusalén:

A pesar de su apoyo incondicional a Israel, el candidato presidencial republicano, Mitt Romney, no demostró el liderazgo esperado en un futuro presidente de la única superpotencia del planeta, al haber evitado pronunciarse a favor de dicha declaración durante el último debate, lo cual realmente no sería problemático para Washington al Teherán no tener intención alguna de atacar a Israel ni tener la voluntad de adquirir armas nucleares. Tan solo el arsenal nuclear israelí, con unas 400 o más ojivas nucleares –más que el arsenal nuclear de Francia, el Reino Unido, la China, la India o Pakistán– introduce la estrategia de disuasión nuclear, para disuadir a cualquier país que quiera atacar y destruir a Israel de hacerlo, so pena de ser destruido por un contraataque nuclear de represalia israelí.

En este sentido, los argumentos esgrimidos de que el liderato de Irán es irracional y que estaría dispuesto a atacar a Israel con armas nucleares para convertir a la nación persa en mártir religiosa al ser aniquilada por el contraataque nuclear israelí de represalia, es simplemente absurdo. Como mencioné en mi anterior blog, las declaraciones de gobernantes iraníes hablando de Israel como cuerpo extraño que no pertenece a una región mayoritariamente árabe y musulmana, no son lo mismo que decir que Israel debe de ser borrado del mapa, como han inventado los gobernantes israelíes y como a su vez ha sido repetido como grabadoras por políticos norteamericanos, incluyendo a Mitt Romney y Paul Ryan, su candidato a la vicepresidencia. La política de disuasión nuclear ha sido, es y será tan válida en Oriente Medio como lo ha sido durante la Guerra Fría entre la OTAN y la Unión Soviética. 

El candidato Republicano a la presidencia de EE.UU. tampoco parece comprender las consecuencias negativas para la estabilidad de Oriente Medio de que Israel posea un arsenal nuclear y sea la única potencia que lo tenga, potencia que por cierto no ha dudado de atacar a sus vecinos en sus declarados ataques preventivos, potencia con menos población que Tayikistán y con menos área geográfica que El Salvador pero con 400 o más armas nucleares en misiles balísticos, misiles crucero y bombas aéreas de precisión. Pero, según Paul Ryan, como lo expresó en el debate vicepresidencial, un Irán con armas nucleares provocaría una carrera de armamento nuclear en Oriente Medio. Igual se comprende esta percepción errónea, pues Ryan no había nacido todavía cuando Israel adquirió sus primeras armas nucleares. Dejando a un lado la ironía, el hecho de que Israel posea un arsenal nuclear tan poderoso con diversos medios de lanzamiento más bien puede provocar que otras potencias regionales quieran también adquirir armas nucleares, tanto por prestigio como también por disuasión nuclear, estando entre los potenciales candidatos Turquía y Egipto. Una solución a esto sería una declaración estadounidense garantizando la defensa de Israel de ser atacado, extendiendo su paraguas nuclear sobre el Estado judío. A cambio, Israel renunciaría a su arsenal nuclear para convertir a Oriente Medio en una región libre de armas nucleares como lo es Latinoamérica.

El Primer Ministro Benjamín Netanyahu de Israel trazando la línea roja contra el programa nuclear iraní en las Naciones Unidas:


Pero esta eventualidad no se llevaría a cabo bajo un presidente Romney, pues éste sería incapaz de decirle "no" u objetar a las políticas del Gobierno israelí y menos aún de proponerle el desmantelamiento de su arsenal nuclear a cambio de una garantía política firme de protección norteamericana. No es difícil llegar a esta conclusión si se tiene en cuenta que el candidato republicano ha asumido las posturas adoptadas por Israel de: 1) no aceptar un Irán con capacidad nuclear, aún de ser para fines pacíficos, ya que presumiblemente esto le daría los medios para desarrollar armas nucleares; 2) trazar una línea roja ante el programa nuclear iraní, que de cruzarse al alcanzar éste un nivel de desarrollo mayor provocaría una intervención militar israelí; 3) no confiar en más negociaciones con Irán para resolver la crisis provocada por su programa nuclear por considerarlas una táctica dilatoria de Teherán para ganar tiempo en el desarrollo de dicho programa.

Se puede añadir que tanto Romney como el Gobierno israelí comparten la noción, expresada por el candidato republicano, de que no puede existir una política de contención hacia Irán de éste tener armas nucleares –o simplemente capacidad nuclear, como aquellos dicen– como la política de contención que EE.UU. practicó hacia la Unión Soviética en la Guerra Fría. Esta intolerancia hacia el programa nuclear iraní -aunque éste sea oficialmente para fines pacíficos- que con empecinamiento es sostenida por el Gobierno de coalición del primer ministro Netanyahu en Israel y que a su vez ha sido adoptada sin cuestionarla por el liderato del Partido Republicano en EE.UU., abre las puertas a una intervención militar israelí unilateral contra Irán. Dicha intervención se haría sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, probablemente involucrando a EE.UU. contra Irán, lo que a su vez podría provocar la intervención de otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad en el conflicto. Esta posibilidad no parece preocuparle a Romney, que ha dado a entender en una entrevista con Wolf Blitzer, de CNN, que una intervención israelí contra Irán no sería una sorpresa para él como presidente de EE.UU., al informarle el Gobierno israelí de antemano de ésta, lo que indica que no objetaría a un ataque de ocurrir, sino que más bien estaría listo para apoyar a Israel militarmente, como también aseguró en la entrevista.

El Dr. Lajos Szászdi es analista de asuntos de defensa, seguridad y relaciones internacionales, autor,  conferenciante y comentador en la televisión y la radio 

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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