Cataluña vota polarizada ante el desafío separatista

El 11 de septiembre, en el marco de la celebración de la fiesta catalana ‘Diada’, cientos de miles de personas salieron a la calle bajo el lema "Cataluña, nuevo Estado de Europa", y al día siguiente el presidente autonómico, Artur Mas, abanderó esta consigna. "El Estado español no nos lo pondrá fácil, pero todo es posible", dijo.

Una semana después ocurrió algo que precipitó el adelanto de las elecciones. Artur Mas pidió al Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, un pacto fiscal, que el presidente del Gobierno español rechazó.

Estas circunstancias se hallan en el origen de esta jornada electoral del 25 de Noviembre: los comicios más decisivos en la historia de Cataluña, según la definen algunos de sus protagonistas.

Las intenciones secesionistas centradas en la supuesta legalidad de un referéndum sobre la independencia de Cataluña marcaron los 15 días de campaña. Según la Constitución, es el Parlamento español el que tiene que dar luz verde a este proceso, pero el partido nacionalista catalán CiU asegura que seguirá adelante con o sin su aprobación.

“Si se nos cierra la puerta, como parece previsible, como el Gobierno parece indicar, el siguiente paso será que el Gobierno de Cataluña convoque una nueva ley que se tendrá que aprobar en esta nueva legislatura y pueda hacer una consulta a los ciudadanos de Cataluña”, comenta Marc Guerrero, un miembro de la ejecutiva de la CiU.

La postura fue criticada por el conservador Partido Popular: "no hay margen para cosas ilegales", afirma su candidata Alicia Sánchez Camacho. El mismo mensaje resalta en el discurso de Ciutadans, uno de los partidos más jóvenes, minoritario, pero que, según los sondeos, suma cada vez más apoyos, de tal forma que podría doblar su número de escaños en el Parlamento.

“Aquí el que anuncia que va a incumplir la ley es un delincuente. Por lo tanto nosotros no es que seamos contrarios a la posibilidad de que se celebre un referéndum, pero esa posibilidad tiene que dirimirse en el Congreso de los Diputados”, subraya Jordi Cañas, portavoz del partido.

Desde el partido izquierdista Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) defienden, sin embargo, el referéndum como solución a un posible conflicto. “Si existen estas campañas de confrontación entre unos y otros las cosas podrían acabar mal, ¿no? Y creemos que hay que evitarlo”, destacó su portavoz Alfred Bosch.

Además, entre otros interrogantes queda en el aire la cuestión del futuro de una Cataluña independiente en la Unión Europea, de los beneficios y perjuicios económicos de la secesión en una región ya muy castigada por la crisis.

Mientras concluye una campaña llena de incertidumbres, a 50 kilómetros de Barcelona, el pequeño pueblo de Gallifa ya se ha declarado territorio libre y soberano y ha decidido no pagar impuestos directamente al estado español. "Aplicamos la soberanía fiscal, que consiste en pagar los impuestos, en este caso el IRPF a la agencia tributaria catalana en lugar de hacerlo a la agencia tributaria española", dijo Jordi Fornas, el alcalde del pueblo.

En este pueblo de poco más de 100 habitantes, marcadamente independentista, la mayoría confía en que el 25N signifique el inicio de su separación real.

Los sondeos auguran que el partido nacionalista catalán de centroderecha CiU se impondrá con comodidad, aunque la incógnita es qué partido será la segunda fuerza: si lo seguirá siendo el partido socialista (PSC) o bien se verá desplazado por el Partido Popular o por ERC.