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Cuantos menos castigos físicos a los niños, menor criminalidad

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La reducción de la criminalidad en los países que se consideran desarrollados está relacionada con la disminución de la cantidad de niños a los que sus padres infligen castigos físicos como nalgadas y correazos.
Christian Pfeiffer, director del Instituto de Investigación Criminológica de la Baja Sajonia, en Alemania, ha sido el descubridor de esta correlación tras analizar información de encuestas desde hace más de 20 años, publica en su página web 'The Economist'. Cuando el equipo de Pfeiffer encuestó a un grupo de alemanes adultos en 1992, el 26% respondieron que nunca recibieron ningún tipo de castigo físico, mientras que en la última encuesta esa proporción aumentó a dos tercios.

Las personas que en su infancia con frecuencia tuvieron que soportar azotes presentan de una manera desproporcionada un mayor interés en poseer armas en el futuro, dice Pfeiffer. Un estudio realizado a 45.000 estudiantes de entre 14 y 15 años en 2007 y 2008 mostró que aquellos a los que sus padres pegaban eran cinco veces más propensos a convertirse en criminales habituales, consumir marihuana o faltar a la escuela.

Los países escandinavos fueron los primeros en prohibir a los maestros dar nalgadas en la década de 1950 y 1960. Entre 1979 y 1983 la ley fue aplicada a los padres. Luego otros países europeos siguieron su ejemplo. Las tasas de criminalidad, de posesión de armas y la cantidad de reclusos han ido disminuyendo desde entonces.

Por el contrario, las nalgadas aún son comunes en gran parte de EE.UU., sobre todo en los ambientes evangélicos de los estados del sur. La tasa de encarcelamiento de EE.UU., dice el artículo, es entre ocho y diez veces superior a la de los países del norte de Europa.

Pfeiffer sugiere que la religiosidad y los correazos van de la mano. Según la organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch, en EE.UU. entre 2006 y 2007 más de 200.000 niños fueron golpeados con palos por sus maestros como castigo. Esos menores vivían mayormente en los estados del sur y pertenecían a familias evangélicas.

Estudios realizados en 2010 mostraron que solo el 15% de los niños estadounidenses son criados por sus padres sin ningún tipo de violencia física. Para Pfeiffer este es uno de los factores que explican por qué los estadounidenses poseen más armas, cometen más crímenes y castigan con mayor severidad que los europeos occidentales.

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