“El tiempo de las mujeres” gana el premio Booker Ruso
La escritora de San Petersburgo, Elena Chizhova, recibió el premio Booker Ruso (el primer galardón literario no estatal, establecido en 1991), por su libro “El Tiempo de las mujeres”, en el que se describe una familia que vive en un apartamento comunal ambientado en la época soviética.
Chizhova, redactora en jefe de la revista internacional Vsemirnoe Slovo (La Voz Universal) ya fue nominada a este galardón en otras dos ocasiones, pero nunca fue considerada la favorita de la competición. En 2003 logró ser finalista del Booker Ruso con la novela “Laura” (Monasterio principal de los monjes) sobre la ortodoxia, y también en 2005 con la novela “La Delincuente”, en la que trató sobre los problemas del antisemitismo.
La novela vencedora del Booker Ruso 2009, “El Tiempo de las mujeres”, pone a la luz el ambiente de un apartamento comunal en la ciudad de Leningrado (actualmente San Petersburgo), donde unas abuelitas se encargan de la educación casera de una niña muda, la hija de su vecina, y que al transcurso de la trama rompe a hablar y describe sus impresiones con sus propias palabras.
El presidente del jurado de los galardondes, el poeta Serguéi Gandlevski, al comentar el resultado de la competicón, opinó que, a juzgar por las obras presentadas para el premio, ha vuelto el período de la literatura más tradicional, sin juegos postmodernistas, y la novela de Elena Chizhova es la más artística y cautivadora.
Sin embargo, la misma autora confiesa, que no seguía los principios de la novela realista. "La que fuera tarea artística del siglo XIX, en nuestros tiempos no es productivo". Asegura que su único método es contar sinceramente la experiencia de su vida, poniéndose al nivel de sus personajes y no sintiéndose un escritor de costumbres.
Sus personajes, no obstante, se convierten en unas figuras simbólicas. Como formuló Elena Chizhova, son las viejecitas -como las ancianas descritas en la novela, abnegadas y “santas”-, gracias a las cuales el país mantiene su bienestar. Y el rasgo característico de la niña a la que crían las abuelitas, la incapacidad de hablar, corresponde a lo que en los tiempos soviéticos “todo el país fue mudo”.
La escritora no cree que la literatura posea la fuerza de educar a los lectores acerca de lo que está bien y que está mal. Y está segura de que la verdad no vive en los libros, sino en el corazón humano.
En su próximo libro, Chizhova tratará de los principios de los noventa en Rusia, el período de los cambios postsoviéticos.