El invierno ruso visto desde adentro
Cómo adaptarse a un invierno cuyas temperaturas se mantienen siempre en niveles bajo cero. Este miedo al mercurio negativo, es lo primero que se plantean al llegar a Rusia los ciudadanos foráneos en general y los españoles y latinoamericanos en particular. Individuos mayoritariamente más acostumbrados a climas algo más cálidos y suaves.
El invierno es en Rusia una parte esencial de su característica, tan arraigado y reconocido en el mundo, como lo es la Plaza Roja, el vodka, los símbolos soviéticos o las matrioshkas, entre otras.
En un mundo tan globalizado en la actualidad, donde se están elaborando acciones conjuntas a nivel planetario para luchar contra la crisis, el terrorismo, los desastres, la hambruna o el cambio climático, es éste último el que con su acción nos unifica más aún si cabe.
El final de 2009 y el inicio de 2010 están siendo protagonizados por las bajas temperaturas, las olas de frío y la nieve que está asolando al continente euroasiático.
Aún se mantienen frescos en la memoria los acontecimientos ocurridos durante el último temporal: el Eurotúnel bloqueado con miles de pasajeros atrapados en su interior por el fallo de la línea eléctrica que alimenta la alta velocidad, el colapso del aeropuerto parisino Charles de Gaulle, España congelada con temperaturas mínimas históricas y escuelas cerradas. En resumen un continente paralizado y sumido en el caos, carreteras cortadas, suministros y víveres en racionamiento, etc…
Este intenso invierno ha conseguido borrar las fronteras, España a 18 grados bajo cero, Europa inmersa en la nieve, todo el panorama se asemejaba perfectamente a la vida cotidiana rusa. Inimaginables eran las estampas que el frío dejaba en cada uno de los países, el tiempo gélido nos trastornaba a todos por igual.
El ser humano se adapta fácilmente a su entorno y a la situación, máxime cuando tienes ya un referente como lo es Rusia en este caso.
Los rusos no ven mermada su actividad con la caída de las temperaturas, la sociedad sigue ejerciendo su cotidianeidad rodeada de hielo. Sacando el mayor partido a la experiencia, rompiendo de este modo con el tópico de que el frío intenso hace que la eficacia disminuya. Al contrario, según confirman diferentes datos de producción tiene efectos positivos en la vida del país.
Las idílicas postales que el invierno moscovita nos ofrece a diario, esconden una frenética actividad que mueve toda la estructura de la Federación. Bajo esta belleza invernal hay todo un entramado de actividades que dotan de dinamismo el motor económico ruso.
Las empresas energéticas son, durante esta época, las grandes beneficiadas ya que mantienen un precio fijo en sus tarifas que representa el 40%, en cambio el resto queda sujeto a la oferta y la demanda del consumidor.
Los productos de primera necesidad no escapan de la alcista actividad de sus precios, siendo la carne la que más varía durante esta temporada.
Con la llegada del frío es habitual la búsqueda de un vestuario que reconforte las bajas temperaturas, es por ello que a lo largo de estos días es normal que los abrigos y otras prendas se agoten en las tiendas y diferentes establecimientos comerciales.
El hielo y la nieve son los grandes protagonistas dificultando la normalidad de la ciudad, se hace necesario así el mantenimiento continuado de las vías de comunicación y accesos. Las compañías ven “florecer” durante estos días sus arcas gracias a la acumulación de trabajo, por ejemplo hasta ahora han sido retirados por este servicio más de 25.000 vehículos, con el correspondiente reembolso, que entorpecían la labor de limpieza y mantenimiento.
Una normalidad que también se refleja en la vida de los ciudadanos moscovitas, quienes mantienen sin excesivos contratiempos sus quehaceres diarios, trabajo y ocio. Muestra de ello es la apertura de las instalaciones acuáticas al aire libre, eso sí con agua caliente o durante la celebración, el 19 de enero, la festividad del bautismo de Cristo. Día en el que los devotos se sumergen en las gélidas aguas retando a las inclemencias meteorológicas.