El vodka celebra su cumpleaños
El vodka, la bebida alcohólica rusa más famosa del mundo, celebra el día de su "cumpleaños". Justamente hace 145 años, el 31 de enero de 1865, el famoso químico Dmitri Mendeléiev sostuvo su tesis doctoral 'Sobre la Combinación de Alcohol y Agua'. Se cree que este trabajo fue la base para la creación de esta clásica bebida de 40 grados.
Actualmente, el vodka se considera casi como un tesoro nacional y uno de los símbolos de Rusia. Es un atributo obligatorio de todas las fiestas, se han escrito muchos proverbios y refranes para "gloria del vodka". Adémas, un gran número de tradiciones e historias se relacionen con esta bebida. Les invitamos a conocer algunas de ellas.
La Copa del Águila Blanca
En los tiempos del emperador ruso Pedro I el Grande, al final del siglo XVII, apareció una costumbre especial para los extranjeros. Lo primero que tuvo que hacer cada uno de los nuevos embajadores llegados a Rusia fue beber 1,5 litros de vodka. Resultó que las autoridades de los otros países comenzaron enviar al Estado dos representantes oficiales al mismo tiempo: el primero resolvía los problemas estatales, mientras que el segundo cumplía la tradición de beber vodka.
El Agua de Fuego
No existía ninguna receta exacta de esta bebida nacional hasta el siglo XIX. Al mezclar el alcohol con el agua, los productores esperaban hasta el momento en el que se quemaba la mixtura. Como consecuencia, a menudo tenía más de los habituales 40 grados y era más fuerte.
Tres, el numero perfecto
En el siglo XX en la Unión Soviética se formó otra “regla” relacionada con la bebida. Los ciudadanos empezaron a celebrar algo reuniéndose en las peñas que regularmente consistían en tres personas, lo que se explicaba por el precio del vodka: el alcohol costaba 2,87 rublos y era posible comprar entremeses por otros 0,13, lo que sumaba 3 rublos, una cantidad dividible por tres. Resultó que fue beneficioso organizar tantas “fiestas privadas” para tres personas.
Una Espolada de Vodka
Ya desde hace muchos años en Rusia se extendió una manera de echar un trago en el último momento, justo antes de salir de casa. Los huéspedes debían tomar una copita de vodka, instalada en el mango del báculo del dueño de la casa. Si la copa se sostenía y no se estrellaba, el camino del huésped prometía ser bueno. Si se caía, no le dejaban ir para evitar que le pasara algo.