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La ciudadana más vieja de Washington celebró su cumpleaños 110

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La ciudadana más longeva de Washington, Eddye Williams, celebró su cumpleaños número 110, informa el diario The Washington Post. Es muy difícil creer que Eddye nació apenas finalizado el siglo XIX en enero de 1900 y 110 años después recibe en su casa a numerosos invitados: familiares, amigos
La ciudadana más vieja de Washington celebró su cumpleaños 110

La ciudadana más longeva de Washington, Eddye Williams, celebró su cumpleaños número 110, informa el diario The Washington Post.

Es muy difícil creer que Eddye nació apenas finalizado el siglo XIX en enero de 1900 y 110 años después recibe en su casa a numerosos invitados: familiares, amigos, vecinos y hasta a los miembros del Consejo de la ciudad, que fueron a felicitarla y de paso,  a escuchar sus sabios consejos de cómo llegar a una edad tan considerable.

La anciana contó que durante toda su vida tuvo muy claro lo que quería hacer, lo que le gustaba y lo que no. Jura haber pasado la vida comiendo lo que le apetecía, comunicándose con la gente y bailando cuando tenía ganas, a pesar de sus dolores de rodilla, y eso sí, sin olvidarse de cuidar la salud. Nunca fumó ni tomó alcohol, y todos los domingos asistió a clases de religión.

El secreto de una larga vida es fácil : “Siempre me preocupé por mis cosas. Estuve demasiado ocupada como para mirar a los demás”. Las recomendaciones a sus huéspedes resultaron ser muy básicas: “Amen a todos. No se desgasten en el odio. Dedíquense a sus cosas y cuiden su cuerpo”, dijo.

Su bisnieta reveló otro secreto de Eddye: todos los días hace ejercicios y toma una cucharada de aceite de oliva.

Wiliiams nació en Florida y durante 53 años se desempeñó como enfermera. Además se dedicó a la decoración de gorros hasta los 89 años.

Como miembro de una congregación religiosa enfatizó la importancia de la fe. Solía estudiar en una escuela religiosa todos lo domingos y participar en las marchas misioneras. Eddye recordó cómo reñía a sus padres por no haberles enseñado a orar a sus hijos y por no haberles dicho que ésta era la única manera de salvar a la juventud.

“Si no te puedo hablar de Dios, mejor no vengas a mi casa”, suele decir Wiliams.

A los 110 la anciana sigue siendo activa: se comunica con su hija, 8 nietos, 21 bisnietos y 6 tataranietos, visita la iglesia y hasta escribe poemas. En la fiesta lució un vestido de color rosa y se probó una corona que le regalaron los invitados.

Esperando la cena de su cumpleaños dijo:  “El doctor me ordenó no comer cerdo, pero a mí no me importa lo que me dice el doctor. Si me estomago me pide una porción de tripas de cerdo, la como entonces".

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