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Viejas locomotoras con 'corazón humano'

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La idea de la creación en Moscú de un museo de la técnica ferroviaria al aire libre tenía varias decenas de años. En una exposición en el centro de la capital se encuentra maquinaria que muestra de un modo sencillo las etapas del desarrollo del transporte ferroviario ruso. Ejemplos de otras época
Viejas locomotoras con 'corazón humano'

La idea de la creación en Moscú de un museo de la técnica ferroviaria al aire libre tenía varias decenas de años. En una exposición en el centro de la capital se encuentra maquinaria que muestra de un modo sencillo las etapas del desarrollo del transporte ferroviario ruso. Ejemplos de otras épocas, desde los tiempos de Anna Karenina hasta la Segunda Guerra Mundial, se han reunido por todo el país gracias al trabajo de un grupo de entusiastas. Hay sólo cinco museos como este en Rusia. Allí se pueden encontrar hasta los coches de la Rusia zarista, en los que pudieron haber viajado a la capital tanto la aristocracia, como los campesinos y los obreros.

El exponente más antiguo del museo es la famosa locomotora de vapor “ovejita”, como la llaman cariñosamente los empleados del museo y los historiadores. Fue construida en 1903 en una fábrica de Briansk (ciudad de Rusia situada a 379 kilómetros al suroeste de Moscú).

Estos "abuelitos" de los trenes modernos atraen a docenas de personas cada fin de semana al centro de Moscú.

En el museo al aire libre se presentan también unos 60 trenes y locomotoras antiguas.  Todos los trenes funcionan y algunos incluso pueden ofrecer un viaje a los turistas.

Los empleados del museo y los profesionales del ferrocarril hicieron un trabajo grandioso en la reconstrucción de las vías, ya que antiguamente aquí había unos callejones sin salida para los trenes eléctricos.

Para los empleados del museo, este proyecto es motivo de una gran satisfacción. Con las locomotoras de los tiempos antiguos se siente cierta nostalgia.

Para los que las conducen, las locomotoras son algo más que valiosas reliquias.

Los maqunistas las tratan como a seres vivos. Dicen que las entienden, que respiran, que “si las manejas con ternura, irán bien, si la tratas mal, no se van a mover”.

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