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Guus se va

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Guus se va

Y Guus finalmente se va. Hiddink no soportó el fracaso de no clasificar al Mundial, y decidió no renovar el vínculo con la Federación Rusa de Fútbol. Tal como se preveía, tras la increíble derrota con Eslovenia en noviembre del año pasado, el holandés decidió dejar su cargo cuando finalice su contrato, es decir, a fines de julio.

Pero el viejo Guss no da puntada sin hilo (?): ya tiene preparadas las valijas a Estambul, donde se hará cargo a partir del 1º de agosto de la selección de Turquía. Su historia en Rusia comenzó bien. Los jugadores comprendieron rápido su estilo ofensivo, y gracias a eso, el holandés consiguió un aceptable porcentaje de efectividad final (18 partidos ganados de 29 jugados, con 4 empatados y 7 perdidos). Dentro de esa estadística se encuentra el gran tercer puesto conseguido en la Eurocopa de 2008.

Pero más allá de ese espejismo, da la sensación de que la gestión de Hiddink no terminó de ser buena, porque nunca venció en los partidos importantes, esos en los que hay que ganar sea como sea. Y lo más importante, por supuesto, es que Rusia se quedó sin los pasajes a Sudáfrica, impensado si se tiene en cuenta la historia del rival del repechaje: la humilde Eslovenia.

Un breve repaso del mando de Hiddink al frente de “La banda del vodka y el toque” muestra que los pasajes de buen fútbol, reconocidos hasta por el mismísimo presidente Medvédev, estuvieron empañados por la falta de carácter en los choques decisivos. En Suiza-Austria 2008, Rusia cayó dos veces con España (luego campeón): en primera ronda y en semifinales. Antes, en la clasificación a ese torneo, había derrotado a Inglaterra en Moscú. Pero luego, en el encuentro definitorio, perdió increíblemente con Israel. La victoria de Croacia ante los británicos salvó las papas del fuego.

El camino al mundial no fue sencillo. En las eliminatorias, Rusia compartió el mismo grupo que Alemania. El primero, se clasificaba directamente; el segundo, derechito al repechaje. Pero el equipo ruso perdió los dos choques con los germanos. Y después llegó la catástrofe de Maribor, tras un claro triunfo en Luzhnikí. El papelón frente Eslovenia estuvo rodeado de suspicacias de la prensa rusa y de los propios hinchas, que acusaron a varios jugadores de no querer ganar por estar involucrados en apuestas ilegales.

Todas estas posibilidades que dejó pasar Rusia, son las que se le reprochan al técnico holandés. Más allá de que como nunca, tras la disolución de la URSS, el equipo nacional consiguió sus mejores resultados y consiguió una identidad propia de juego. Después llegó el silencio, los rumores de permanencia o alejamiento y la asunción de Serguéi Fúrsenko (dicho sea de paso, prometió un ¡campeonato mundial!) como presidente en la Federación de Fútbol.

La semana pasada, el propio Hiddink se encargó de avisar que no iba a continuar, y días más tarde, anunció su vínculo con Turquía. Los motivos, hasta ahora, son desconocidos. Muchos dirigentes no estaban de acuerdo con su excesivo salario (U$S 7 millones al año). Otros, más drásticos, eran partidarios de buscar a un reemplazante ruso, cansados de las extravagancias de los entrenadores extranjeros. Hasta ahora, sonaron los nombres de dos autóctonos “Valerys”: Karpin, actual DT del Spartak; y Gazzaev, del Dinamo de Kiev.

Lo cierto es que algunos de los jugadores de la selección rusa, como Andréi Arshavin, Vasili Berezutski y Román Pavliuchenko, ya declararon que lamentan la partida del viejo Guus, que podría dirigir a Rusia por última vez el 3 de marzo, en el amistoso frente Hungría en Budapest.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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