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El bloqueo de Leningrado: una herida que sigue abierta en la memoria

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El Ejército nazi, que invadió la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, cerró el cerco en torno a Leningrado el 8 de septiembre del mismo año y lo mantuvo durante 900 días y noches, hasta que el Ejército Rojo logró romperlo el 27 de enero de 1944. El propósito de Hitler era borrar Leningra
El bloqueo de Leningrado: una herida que sigue abierta en la memoria

El Ejército nazi, que invadió la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, cerró el cerco en torno a Leningrado el 8 de septiembre del mismo año y lo mantuvo durante 900 días y noches, hasta que el Ejército Rojo logró romperlo el 27 de enero de 1944.

El propósito de Hitler era borrar Leningrado de la faz de la tierra, pero la ciudad resistió y sobrevivió, aunque al altísimo precio de un millón de vidas de sus habitantes y defensores, víctimas de los bombardeos y del hambre y el frío.

Hitler no cambió sus planes para Leningrado a pesar de la resistencia de los habitantes. De acuerdo al llamado plan 'Barbarrosa', la ciudad tenía que ser tomada sin perder tiempo. Pero los alemanes nunca se esperaron semejante resistencia.

Cuando comenzó el bloqueo las reservas de alimentos de la ciudad alcanzaban sólo para un par de meses. La idea de los nazis era aniquilar a la población. Pero los leningradenses no estaban dispuestos a entregarse de la noche a la mañana. Sin comida suficiente, ni calefacción, ni agua, ni electricidad, soportaron las consecuencias del delirio del Tercer Reich que no se dio por vencido hasta el último momento. El padecimiento duró casi 900 días, desde septiembre de 1941 hasta enero de 1944, y las provisiones no tardaron en escasear.

Con temperaturas a veces inferiores a 30 grados bajo cero, tan solo 125 gramos de pan por día era todo el alimento que recibía la gente.
Aproximadamente murieron un millón de personas. La mayoría a causa del hambre. La desesperación por conseguir alimentos se convirtió en el eje de las escenas más terribles y escalofriantes de los relatos de los sobrevivientes.

En medio de ese infierno, el lago Ládoga se convirtió en la única esperanza de aquellos que ya no podían resistir. Sólo a través de él, el Ejército soviético pudo evacuar a los ciudadanos más debilitados usando barcos en verano y camiones que atravesaban sus heladas aguas en invierno. Llamaron a esa travesía 'La ruta de la vida'. Pero tampoco allí los alemanes darían tregua.

Cada vez que la temperatura subía lo suficiente, los alemanes bombardeaban el lago. Los camiones se hundían así con los evacuados, a causa de los bombardeos y por los movimientos del hielo. La capa helada comenzaba a derretirse y romperse, y eso era muy peligroso para el tráfico.

Los que no fueron evacuados, resistieron como pudieron hasta que las tropas soviéticas lograron romper el cerco y hacer retroceder a los alemanes.

 

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