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Las presas en Rusia sueñan con una nueva vida en la libertad

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El reformatorio de la provincia rusa de Ivánovo está destinado para las prisioneras que fueron condenadas por primera vez en su vida. El objetivo principal de sus empleados es conseguir que las reclusas no vuelvan a verse entre rejas. “Antes de que termine la condena, con las convictas traba
Las presas en Rusia sueñan con una nueva vida en la libertad

El reformatorio de la provincia rusa de Ivánovo está destinado para las prisioneras que fueron condenadas por primera vez en su vida. El objetivo principal de sus empleados es conseguir que las reclusas no vuelvan a verse entre rejas.

“Antes de que termine la condena, con las convictas trabajan el jefe del grupo y los empleados sociales que le preparan para la libertad. En principio, yo considero que esto funciona. Ya que durante los últimos años no observamos retornos a nuestro establecimiento. Todas las convictas que han cumplido la condena permanecen en libertad”, dice el jefe se la colonia, Alexándr Vorobiov.

Volver a la vida normal a veces resulta un reto duro de afrontar. Detrás de la alambrada de la colonia penal la vida se rige por un control constante y horario estricto. Pero al salir en libertad estas mujeres tendrán a su disposición las 24 horas del día. Un cambio tan drástico les asusta a muchas de ellas.

La mayoría de las chicas están encarceladas por tenencia de drogas. Por ejemplo, Olga Jomenko guardó en casa la heroína traída por su novio. Confiesa que fue el amor lo que la llevó al crimen. Antes de llegar al reformatorio, Olga trabajó de profesora en una escuela, enseñando lengua y literatura rusa a los niños. Le faltan siete meses para salir en libertad y todavía no sabe qué hará, qué ocupación tendrá cuando salga de la cárcel.

“Lo más importante para mí es poder de nuevo estar en el ambiente de antes, junto con mi familia y amigos. Pero entiendo que no podré volver a mi trabajo. Tendré que buscar otra ocupación, algo nuevo. Entiendo que será muy difícil. Sólo espero que mis amigos y mis familiares me apoyen como lo hacen ahora”, exclama Olga. 

Las chicas pasan las jornadas laborales cosiendo, y reciben un salario por su labor. Las que no tienen hábitos en este oficio, tienen la posibilidad de aprenderlo. Cada presa recién llegada recibe instrucciones profesionales tanto de otras convictas, como de los empleados de la colonia.

”La experiencia profesional la adquieren directamente durante la costura. Además, el año pasado hemos inaugurado un instituto profesional. Allí se puede obtener una nueva profesión que después las permita encontrar un nuevo trabajo. Muchas compañías privadas que colaboran con nosotros dicen que nuestras convictas se adaptan fácilmente en libertad, ya que tienen hábitos de trabajo”, cuenta la jefa del centro de la adaptación laboral, Olga Sítnikova.
 

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