El experimento “Robin Sage”

Los empleados de compañías y empresas del sector militar de Estados Unidos entregan fácilmente información confidencial, incluso a un sujeto “virtual”. Para esto bastaría que el sujeto se presente en una red social como una mujer “sexy”, reveló un experimento realizado por Ryan Thomas, especialista en seguridad.

Al abrir en la red social para los profesionales Linkedin una cuenta a nombre de Robin Sage, de 25 años, una chica supuestamente hermosa, sexy y perteneciente al mundo de la seguridad informática (en concreto, empleada del departamento de seguridad militar de EE. UU.), en menos de un mes Ryan pudo entablar contacto con unos 300 especialistas del sector de la seguridad, militares y funcionarios del sector de la industria militar.

Thomas eligió fotos de su imaginario personaje en una página web pornográfica de aficionados “porque tenía un aspecto extranjero”, explicó.

Robin Sage recibió propuestas de regalos, para exponer en congresos, ofertas de trabajo, e importante información sensible que incluía materias confidenciales.

Por extraño que parezca, casi nadie se preguntó si realmente esta chica existía (y eso que mucha gente a la que engañó, técnicamente podía saber si esa persona trabajaba para el ejército de EE. UU.).

Algunas personas con las cuales intentó contactar “Sage” notaron lo extraño de este personaje y tomaron medidas de precaución, por ejemplo, al marcar su número telefónico y pedir que les mandara mensajes de su correo electrónico laboral para saber si su servidor realmente pertenecía al mando militar.

Sin embargo, estas personas no avisaron a quien correspondía sobre las dudas que les generaba la autenticidad de la chica.

“Las únicas agencias con las cuales no se pudo establecer contactos fueron la CIA y el FBI”, reconoció Ryan.

Según Pol Strassman, profesor catedrático de la Universidad George Mason y ex director de información de defensa del Pentágono a inicios de los 90, la única solución sería monitorear el tráfico social en Internet en sistemas informáticos de defensa, con ayuda de personal altamente profesional y modernos programas informáticos.

“Hay que confiar en las personas, pero también comprobarlas”, dijo.