Rusia presenta festival de arquitectura experimental de paisaje

Este fin de semana la región rusa de Kaluga, a unos 200 kilómetros al sur de Moscú, ofrece al público aficionado el gozar de experimentos arquitectónicos de las personalidades más destacadas y atrevidas del arte moderno nacional.

El Festival de Arquitectura del Paisaje, Arjstoyaniye (literalmente de los arquitectos) se celebra aquí por quinto año consecutivo y cada vez los participantes deben crear sus obras en conformidad a un tema nuevo. Este fin de semana, el festival en el campo  está dedicado a la idea de buscar un equilibrio entre la naturaleza y el ser humano. 

El concurso principal representa 19 objetos-laberintos, dedicados a la oposición y unión de la vida y la muerte, las relaciones de un ser humano con el mundo a su alrededor e, incluso, a la sobrevivencia dentro de una oficina del futuro. Según los artistas, un laberinto simboliza aquí el proceso de búsqueda de la armonía universal, el movimiento eterno de la vida. 

Cada objeto combina varias artes y “defiende” la harmonía con la naturaleza, buscando impulsar a los humanos a que se distraigan de sus asuntos cotidianos y vuelvan a investigar los misterios del mundo. Juntas, las composiciones de paisaje forman un laberinto común: se supone que al atravesarlo los visitantes de la exposición llegarán a entender mejor el concepto de coexistencia de distintos fenómenos y objetos en la naturaleza.

Los visitantes de la exposición en el campo tendrán que pasar por una entrada muy espectacular. Es proyecto que se llama “Sonda acústica”. Como el objetivo principal del evento es destruir barreras entre personas, la composición está destinada a impulsar a la gente a que empiece a escucharse unos a otros. “Sonda acústica” simboliza el escuchar, percibir y transformar pensamientos y puntos de vista singulares en una corriente común.

Los proyectos expuestos también representan conceptos filosóficos, por ejemplo en la obra “Las labores de reparación de la Tierra”. Ésta representa imágenes de heridas en el cuerpo de la Tierra, curadas por un cirujano misterioso. Las hierbas y arbustos en la zona de la operación se ha eliminado, al igual que se hace con el vello cuando alguien se somete a una intervención quirúrgica. Como hilo para suturar se usa una cuerda que une los bordes de la “herida”.

Otra composición, “La vía”, está dedicada a un gran filósofo y escritor ruso, León Tolstói. Está hecha en forma de una faja de hierbas segadas que atraviesa todo el campo, de un extremo hasta el otro, y simboliza la trayectoria vital de un humano. Esta línea estrecha y directa representa un laberinto “desenvuelto”. El uso de la guadaña, el símbolo eterno de la Muerte, presupone el fin del camino y la inminencia del abandono de este mundo. Ni el inicio ni el fin de la franja están marcados, al igual que la vida humana.

La obra “El bosque de fútbol”, aparte de entregar alusiones al Mundial recién acabado, simboliza la falta de voluntad libre de la naturaleza: ella se ve obligada a someterse a las regulaciones severas impuestas por los seres humanos. Los bosques rusos son los mejores laberintos naturales, sin entrada y salida, donde uno puede permanecer perdido durante toda la vida; mientras, el fútbol es un ejemplo de regulaciones estrictas. 

El festival ofrece también laberintos sonoros. La composición “El viento de sonidos” tiene como músico protagonista al bosque: instrumentos musicales y otros objetos colgados a escondidas en los árboles, empiezan a producir melodías en cuanto sopla el viento. Los autores afirman que la instalación será capaz de sonar durante unos cinco años.

Uno de los proyectos más populares de la exposición resultó ser “El acuático”, un puente debajo de las aguas que permite atravesar el lago, andando por el agua, o llegar a un edificio, también acuático, en el centro del lago. Estos días de calores tan insólitos para Rusia, la oportunidad de permanecer sobre el agua, siendo rodeado por paredes de este elemento, es la mayor atracción para los que escaparon de los urbes ardientes en búsqueda de paz y alivio.

Desde este punto de vista, el festival ofrece también otra ventaja: sus áreas tradicionales están ubicados en la orilla del río Ugrá que ofrece también a los visitantes su frescura.

Los organizadores tomaron en cuenta que la mayoría de sus huéspedes no podrá resistir la tentación de aprovechar la bienal a toda escala y ofrecen alquiler tiendas de campaña para que el público aficionado pueda pernoctar al aire libre.

Para que la noche y dos días que dura el evento no parezcan aburridas, serán acompañadas por un amplio programa de conciertos de música folk, clásica y moderna, una pantalla de cine en el medio del campo, presentaciones artísticas en diferentes escenarios y clases de trenzado de coronas de hierbas y flores o para hilar lino.

Los organizadores esperan que en un futuro no lejano la iniciativa también atraerá a seguidores en el extranjero. Opinan que los problemas de medioambiente y la naturaleza, del alejamiento de los humanos de sus orígenes, son internacionales.