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Métodos para limpiar la órbita de basura espacial

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La órbita terrestre ya está repleta: además de miles de satélites, alrededor de nuestro planeta giran toneladas de basura espacial. Cada vez es más difícil lanzar un nuevo satélite al que simplemente, e irónicamente, no le queda "espacio". Al darse cuenta de este problema, ingenieros han comenzad
Métodos para limpiar la órbita de basura espacial

La órbita terrestre ya está repleta: además de miles de satélites, alrededor de nuestro planeta giran toneladas de basura espacial. Cada vez es más difícil lanzar un nuevo satélite al que simplemente, e irónicamente, no le queda "espacio". Al darse cuenta de este problema, ingenieros han comenzado a ofrecer soluciones.

La basura espacial está formada por toda clase de objetos lanzados al espacio: etapas de cohetes espaciales, bolsas de herramientas que los astronautas dejaron caer realizando caminatas, trozos de satélites  viejos e incluso escamas de pintura que se mueven a velocidades de 28 mil kilómetros por hora y pueden dañar un aparato y hasta matar a un viajero estelar.

Los satélites geoestacionarios, para permanecer en órbita frente a cierta zona de la superficie terrestre, necesitan girar con la misma velocidad angular que el planeta, completando una revolución completa en 24 horas. Es natural que esta órbita geoestacionaria tiene la máxima densidad de aparatos cósmicos y que cada año aumente.

Los ingenieros de la Universidad de Strathclyde, Escocia, elaboraron un sistema de órbitas elevadas desplazadas (“levitated displaced orbit”, en inglés). La idea de estas órbitas, cuyos parámetros no dependen solo de la gravitación del planeta, fue por primera vez ofrecida por el físico y escritor estadounidense Robert Forward hace más de 25 años.

Los ingenieros escoceses propusieron utilizar velas solares para desplazar los satélites geoestacionarios de sus órbitas y hacerlas girar por trayectorias que no se someten a las leyes de Kepler. Esto les permite a los satélites el realizar una vuelta en 24 horas y permanecer sobre un punto de la superficie terrestre pero, al mismo tiempo, se les podrá desplazar a una distancia de 5 a 30 kilómetros del ecuador, liberando espacio para nuevos satélites.

Las órbitas elevadas no tienen una forma perfectamente circunferencial, pero pueden facilitar la ejecución de tareas únicas, por ejemplo, satélites en estas órbitas pueden estar “inmóviles” sobre zonas polares, transmitir permanentemente energía desde centrales eléctricas cósmicas o recibir señales de otros satélites girando alrededor de otros planetas del sistema solar.

Parece que los problemas técnicos de estos sistemas ya están resueltos. Ya se está desarrollando la futurística tecnología de velas solares que podrían facilitar el movimiento de los satélites por las órbitas elevadas. En junio, la agencia espacial japonesa JAXA afirmó que eran exitosos los experimentos con velas solares en marcos del proyecto IKAROS.

Al mismo tiempo, ya se ha inventado un aparato que podría ayudar a limpiar la órbita de la basura espacial. Según informó gizmodo.com, en la reciente conferencia de especialistas de astrodinámica del Instituto Americano de Aeronáutica y Astronáutica (AIAA) fue presentado un invento de Kirsten Gates: un aparato que fue bautizado GOLD. Éste es nada más que un balón hecho de una tela muy resistente y duradera, aunque muy fina. El balón desinflado se envía a la órbita en una pequeña caja, se fija a un satélite defectuoso, y se infla hasta su tamaño máximo, aumentando la fricción experimentada por el satélite debido a las frecuentes colisiones entre el aparato y las pocas moléculas de aire de su entorno. La fricción provoca un deterioro orbital, el aparato pierde altura y cae a la atmósfera en donde se quema.

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