Kirguistán pide ayuda a Rusia para acabar con los disturbios
El Gobierno interino de Kirguistán ha solicitado a Rusia que ayude a pacificar la situación en la ciudad de Osh, inmersa en fuertes enfrentamientos interétnicos, y ha abierto la frontera con Uzbekistán para permitir el paso de los refugiados, declaró la presidenta del Gobierno provisional, Roza Otunbáyeva.
Los enfrentamientos que tienen lugar en la segunda ciudad más grande del país asiático desde la noche del jueves ya han dejado más de 60 muertos y más de 300 personas han sido hospitalizadas.
“La situación se está desmadrando desde anoche y necesitamos que entren otras fuerzas militares y detengan el proceso. Por eso nos dirigimos a Rusia”, dijo Otunbáyeva.
Añadió que el Gobierno está dispuesto a entablar negociaciones intensas sobre la introducción de tropas pacificadoras y que no se ha establecido si tendrán el mandato de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva o de la Organización de Cooperación de Shanghai, por falta de precedentes.
Los disturbios estallan esporádicamente en diferentes lugares de Osh, donde la población uzbeca contabiliza una cuarta parte del total de habitantes y los líderes de las comunidades kirguisa y uzbeca han fallado en sus intentos de tranquilizar los ánimos de la juventud agresiva.
Jóvenes armados circulan en coches sin matrícula por la ciudad, cuyo cielo está cubierto por el humo de los incendios. Se registraron 27 en las últimas 24 horas, así como ataques contra los bomberos que acuden para sofocar las llamas. Tiendas y viviendas saqueadas, vídrios rotos, coches quemados, agujeros de bala y barricadas levantadas para hacer frente a los representantes de la etnia hostil. Ese es el aspecto que presenta actualmente la ciudad de más de 200.000 habitantes. Además, según algunas informaciones, la tensión se ha trasladado también hacia el sur, en Jalalabad, donde 5.000 hombres exigían autobuses para trasladarse a Osh e intervenir en el conflicto. Las autoridades decidieron por ello decretar el toque de queda en esa ciudad.
Según fuentes del Ministerio de Salud, el número de fallecidos podría aumentar porque los uzbecos suelen enterrar a los muertos hasta en sus patios en el plazo de un día, sin registro oficial. Han aparecido informaciones sobre cadáveres amontonados en mezquitas, mientras que los servicios médicos están tardando mucho en atender a los heridos.
Fuerzas militares y policías patrullan la ciudad pero no pueden restablecer orden a pesar del apoyo de voluntarios compuestos por veteranos de fuerzas de seguridad pública y de la guerra de Afganistán, que han acudido a la ciudad.
Refugiados, principalmente mujeres, niños y ancianos, partieron hacia la frontera con Uzbekistán, y Otunbáyeva anunció la apertura unilateral del paso fronterizo para ellos. El viernes los guardafronteras solicitaron a sus colegas uzbecos que restringieran o cerraran la salida a los uzbecos que se dirigían con rumbo a Kirguistán.
El adjunto a la presidencia del Gobierno interino, Azimbek Beknazárov, afirmó que los familiares del despuesto presidente de Kirguistán podrían estar implicados en la organización de los desórdenes. “Organizando los disturbios masivos, la familia de Kurmanbek Bakíyev trata de desestabilizar la situación en el país”, dijo.