Los cuentos infantiles ayudan a los adultos a ser más fuertes
Todo tiene una solución y sobre todo si se trata de problemas psicológicos menores. Desde hace más de veinte años en Rusia se aplica una terapia para adultos sencilla y agradable, basada en el relato de cuentos infantiles.
¿Quién dijo que los cuentos sólo son para niños? Desde hace mas de 20 años, los cuentos se utilizan en Rusia como terapia psicológica para abordar los problemas personales de los adultos.
Las relaciones con la familia o con la pareja, las envidias o los celos, se trabajan cada semana en estas terapias. A veces, son ejercicios individuales y en otras ocasiones, se practican en grupo.
"Es muy interesante ver cómo la persona cambia. Vienen personas muy cerradas, y buscamos el niño que tienen dentro. Entonces, poco a poco, las personas van abriéndose y cada vez son más felices. Les brillan los ojos, se ríen, notan que brilla el Sol”, afirma Bogachova Svetlana, especialista del centro de psicología práctica.
A través de los cuentos tradicionales o con la creación propia de historias, los expertos aseguran que se aprende a focalizar mejor los problemas diarios. Valeria Lébedeva lleva más de tres años practicando esta terapia.
“Aquí he aprendido a interaccionar mejor con la gente. Tengo otro modo de analizar mis relaciones. En el cuento no tienes que pensar en los problemas. Puedes jugar y gozar de esto. No es fácil comprender al otro y aquí, con los cuentos, lo aprendemos”, subraya Lébedeva.
Desde 1994, Igor se dedica a la terapia de cuentos. Todo empezó cuando escribió su primera historia para niños. Entonces, entendió que los personajes de esos cuentos podrían ayudar a muchas personas.
“Si uno tiene un problema, suele ocurrir que su problema se refleja en su cuento preferido o en el cuento que menos le gusta. El trabajo sobre sus textos o sus personajes ayudan a comprender mejor el problema y a encontrar la solución, como ocurre al final de los cuentos”, informa él.
Según los expertos, a día de hoy cualquier terapia psicológica usa la metáfora, y la metáfora es el corazón del cuento. Además, los pacientes, al escuchar un cuento, bajan sus defensas y se abren. A partir de ahí comienza el diálogo.
Con el tiempo, los personajes de cada uno de los pacientes cambian de lugar y ellos mismos pueden decidir dónde colocarlos. De esta forma comienzan a construir nuevas formas de relacionarse.
“Me siento bien en el cuento. Porque son juguetes y están fueran de mi vida. Si hablara de mi familia realmente, entonces, la empezaría a valorar, y comenzaría a pensar lo que está bien o mal. Aquí esto no se refiere directamente a mi, y sin embargo me ayuda a meditar sobre cómo quiero (que sean) mis relaciones”, dice Tatiana, paciente.
Una varita mágica o un zapato de princesa son elementos típicos de los cuentos tradicionales. Sin embargo, durante estas terapias, los principales protagonistas son los pacientes que reconstruyen su vida con la esperanza de que su cuento acabe, como todos, con un final feliz.