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La tercera revolución industrial y el cambio de apellidos

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Resulta que el progreso y la digitalización de todas las esferas de la vida provocan críticas no sólo entre los ambientalistas, que acentúan los efectos negativos en la ecología de la tercera revolución industrial ocurrida a mediados del siglo XX, sino también en personas cuyos intereses se vier
La tercera revolución industrial y el cambio de apellidos

Resulta que el progreso y la digitalización de todas las esferas de la vida provocan críticas no sólo entre los ambientalistas, que acentúan los efectos negativos en la ecología de la tercera revolución industrial ocurrida a mediados del siglo XX,  sino también en personas cuyos intereses se vieron afectados por la tecnología.

Doscientos chinos se enfrentaron a un problema bastante peculiar: se vieron obligados a cambiar su apellido para no resultar ser considerados indocumentados. Sin embargo, no se trata de algún acto ilegal sino de un error de computación en los sistemas de registro.

Y es que la forma escrita de su apellido contiene un jeroglífico muy "exclusivo" que no existe en ninguna fuente del ordenador. Así que todos los intentos de obtener cualquier documento oficial, ya sea licencia de conducir, cédula de residencia o certificado de nacimiento, fracasa.

Un análogo fonético para su apellido sería algo así como Shāān, palabra que se escribe con dos signos, uno de los cuales significa “3” y el otro “y”. Pero el obstáculo es la "cruz" que se pone entre los dos símbolos. Esta cruz no se reconoce por ningún tipo de letras del ordenador.

Si por ejemplo alguien bastante curioso introduce el símbolo 俄国 en el buscador Google Imágenes, podrá obtener resultados muy singulares, la mayoría de los cuales  por razones misteriosas están ligados a Rusia.

Este no es el único caso. Hace tiempo, Yu Shyi-kun, el político de origen taiwanés y primer ministro de  la República de China entre los años 2002 y 2005, también sufría a causa de estos errores de computación. Hasta que llegó la época del software moderno, no tuvo forma de poner el caracter final de su apellido por escrito. Tenía que omitirlo o sustituirlo por una foto.

Sin embargo, los Shāān optaron por no arriesgarse, con lo cual la única solución que pudieron aplicar fue sustituir el jeroglífico causa del escándalo por algo más simple,  es decir cambiar su apellido.

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