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Rusia dispuesta a pagar por el barco hundido más valioso en la historia

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Rusia está lista para pagar el reflotamiento del barco hundido más valioso en la historia. Alrededor de la goleta holandesa Frau María, en el mar Báltico, no se apacigua la lucha entre Rusia y Finlandia —ya desde el siglo XVIII— por los tesoros que guarda en sus entrañas. Los rusos piden el derecho
Rusia dispuesta a pagar por el barco hundido más valioso en la historia

Rusia está lista para pagar el reflotamiento del barco hundido más valioso en la historia. Alrededor de la goleta holandesa Frau María, en el mar Báltico, no se apacigua la lucha entre Rusia y Finlandia —ya desde el siglo XVIII— por los tesoros que guarda en sus entrañas. Los rusos piden el derecho de elevar una caja para verificar las calidades de pinturas singulares y porcelana compradas para Catalina II y embarcadas en ese navío. Si la calidad es buena, Rusia cubrirá todos los gastos necesarios para sacar a la luz todo el barco y continuar las batallas ya en la tierra.

La lucha sin tregua por los tesoros que venían a Rusia desde Europa empezó ya antes del viaje. Se desencadenó en el siglo XVII entre dos cortes, la francesa y la rusa, por un tríptico del pintor contemporáneo Gerard Dou. Éste lo quiso comprar como regalo al rey francés Luís XV su amante, la duquesa-marquesa de Pompadour, considerada la más ilustre, talentosa e inmoral amante del monarca. Sin embargo, otra pretendiente a la obra fue Catalina II cuya corte en fin pagó más. Pero tanto el tríptico, como otras obras maestras compradas en la subasta del año 1771 para la emperatriz ilustrada, nunca llegaron a los amarraderos de granito del río Neva en la entonces capital rusa, San Petersburgo.



Según el investigador Artiom Tarásov, que dedicó varios años a la cuestión con este barco, actualmente a una profundidad de unos 40 metros se encuentran 27 pinturas de los mejores alumnos de Rembrandt (incluso obras suyas), así como de artistas holandeses de los siglos XVI y XVII, porcelana y objetos de arte decorativo de metales preciosos por un precio total estimado de más de mil millones de euros.

En breve, los tesoros cargados en las bodegas del barco en Ámsterdam, donde se celebró la subasta, pasaron a los puertos de Dania, Alemania, y Suecia, junto con el correo diplomático. El 9 de octubre de 1771, el barco partió desde la ciudad de Turku, cayó en una tormenta y se hundió. La tripulación intentó salvar la carga pero tuvo que contentarse solo con salvar sus vidas. La nave se hundió en las entonces aguas territoriales de Suecia. El primo de Catalina II, Gustavo III de Suecia, demoraba su ayuda y la goleta desapareció. Para encontrarla había que gastar mucho dinero y tuvieron que pasar más de dos siglos antes de que en el verano de 1999 un grupo de buscadores fineses, bajo la dirección de Rauno Koivusaari, tuvieron éxito tras una investigación escrupulosa en los archivos y búsqueda en el mar Báltico.

Sus expertos probaron que la carga no se dañó durante el naufragio porque las pinturas fueron envueltas en estuches de piel de arce, después fueron colocadas en vasijas de plomo y cubiertas con cera. Así, existen razones para afirmar que a lo largo de estos 240 años no le ha ocurrido nada al tesoro artístico hundido.



Las fuentes oficiales de Finlandia creen que la mejor medida para preservar los tesoros es no tocarles; los científicos rusos dicen que lo mejor es conservarlos y restaurarlos. En las palabras finesas hay un toque de astucia porque según su legislación, un navío hundido por más de 100 años y que está en las aguas territoriales del país no se puede ni mover ni tocar. Según la Ley de Antigüedades, el Frau María y su carga pertenecen a Finlandia —pero el mismo país aún no cumple 100 años— así, la legislación solo puede ser puesta en vigor en 2018. Según los poderes rusos, Finlandia demora el momento y Rusia quiere hacer valer su derecho a los tesoros antes de esa fecha.

Por ahora, un proceso con Finlandia está perdido. Rauno Koivusaari, conocido por arrebatarle al mar decenas de barcos con oro, ya intentó pedir el país pagarle la parte del precio de la carga que ellos sacaron antes de que los poderes de Finlandia les prohibiera hacerlo. Rusia tiene más esperanzas, porque históricamente la pertenecía a Catalina II cuya heredera es la Rusia moderna.

El invesigador Artiom Tarásov y Rauno Koivusaari crearon una compañía conjunta para salvar el barco y ya tienen un acuerdo con algunos patrocinadores. El proyecto entero está bajo el patrocinio de la Fundación Benéfica Salvación de los Tesoros Culturales e Históricos Nacionales y un grupo de trabajo del Ministerio de Relaciones Internacionales de Rusia y El comité responsable de las comunicaciones y protección cultural en Rusia, Roscomnadzor.

“La Fundación está lista para pagar el proyecto a condición de que en los años próximos se podrá elevar por lo menos una vasija de plomo de la embarcación para conocer el estado de los tesoros. Esta propuesta hacia la parte finesa la vamos a hacer a finales de este año”, destacó el curador del proyecto, Artiom Tarásov.

La parte finesa elaboró un proyecto de reflotación del buque con un costo estimado de 80 millones de dólares, incluido la conservación del mismo y la creación del museo Frau María. Finlandia propone realizar este plan justo antes de 2017, año cuando se podrá recurrir con más derechos a la legislación nacional.

El Museo Hermitage, construido en la época de Catalina II y para el que también fueron destinadas las obras del Frau María, ya está dispuesto de prestar a sus restauradores. Y mientras estos van a luchar por la integridad de los tesoros, cuatro países van a disputar su derecho a estos: Rusia como heredera de la carga de Catalina II, Finlandia como dueña de las aguas territoriales en donde está hundido el navío, Suecia como dueña antigua de las aguas territoriales en donde se hundió la goleta, y Holanda como antiguo país propietario del barco.

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