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Londres desclasifica una antigua directriz diplomática: "Atribuyan cualquier fracaso a Moscú"

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El único interés de la diplomacia occidental era reforzar su posición y debilitar la del bloque del Este al tiempo que se negociaba con la URSS medidas para conseguir la confianza mutua, muestran documentos recién desclasificados por el Reino Unido.
Londres desclasifica una antigua directriz diplomática: "Atribuyan cualquier fracaso a Moscú"

Una dossier de documentos sobre la implementación del Acta final de Helsinki sobre la Seguridad y Cooperación en Europa recién desclasificado por los Archivos Nacionales del Reino Unido revela la malintencionada y poco honesta estrategia occidental en general y de Londres en particular sobre las negociaciones con la URSS en vísperas y durante la propia Perestroika. En aquel momento Moscú proponía a los países occidentales una iniciativa de apertura y confianza mutua tras otra.

De manera especial refleja esta dudosa actitud de Londres una guía de actuación emitida por la Oficina de Asuntos Exteriores del Reino Unido para la delegación británica en el Foro Cultural de la Comisión de Seguridad y Cooperación en Europa celebrada el 15 de octubre de 1985 en Budapest. "Se debe poder atribuir cualquier fracaso a la hora de resolver problemas existentes (o incluso tomar parte en un debate importante) a la Unión Soviética (y sus aliados) y no a Occidente", ordena la instrucción.

La sugerencia diplomática parece estrambótica dentro del contexto histórico. El documento fue redactado cuando las relaciones entre Londres y Moscú estaban mejorando a raíz de la visita histórica del dirigente soviético Mijaíl Gorbachov al Reino Unido, durante la cual enseñó a la entonces primera ministra Margaret Thatcher un mapa secreto de objetivos de los misiles soviéticos en territorio británico en un esfuerzo de conseguir una mayor transparencia en las negociaciones sobre el desarme nuclear.

En medio del declarado acercamiento en el marco del proceso de Helsinki los británicos buscaban reservar un espacio para posteriores maniobras hostiles: "Vale la pena conservar la actual postura crítica respecto a las políticas de los gobiernos europeos orientales, tanto interiores como extranjeras, en un foro internacional".

Una nota similar, emitida en las vísperas del mismo Foro Cultural de Budapest, sugería estar listos para "refutar cualquier aseveración por parte del Este de que deben protegerse de la contaminación cultural occidental: la pornografía, la propaganda del racismo y la violencia".

Cuando Moscú aceptó en 1983 negociar con la OTAN la extensión de las medidas para fomentar la confianza para Europa del Este a toda la parte europea de Rusia, propuso extenderlas también a Norteamérica (EE.UU. y Canadá). Occidente rechazó la idea rotundamente. Los cables británicos tachan la propuesta de "estratagema geográfica" y sugieren aprovechar la situación para "ejercer presión sobre el oso del Este" y dejar que los soviéticos explicasen a la sociedad "por qué las medidas propuestas, eminentemente prudentes, no son aceptables para ellos".

El conjunto de los documentos demuestra que los diplomáticos británicos desde un principio interpretaron la búsqueda por parte de Moscú de una mayor apertura a Occidente y unas relaciones basadas en la confianza como una señal de debilidad. 

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