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El territorio simbólico del 1S: Caracas es del chavismo y Miranda de la oposición

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El territorio no está exento de cargas simbólicas. En Caracas, la avalancha roja del chavismo colmó la avenida Bolívar, la más icónica de la ciudad. Al otro extremo, en el municipio más rico del estado Miranda, se concentraron miles de adeptos opositores. Este y oeste, en pugna.
El territorio simbólico del 1S: Caracas es del chavismo y Miranda de la oposición

Ni violencia, ni choque. Las dos marchas convocadas este jueves por el chavismo y la oposición transcurrieron en paz. Pero, ¿quién hizo la toma de Caracas?

"Ellos en su este, en Miranda, y nosotros aquí, en nuestro centro, en la Caracas revolucionaria, con el pueblo", dijo el presidente Nicolás Maduro a una multitud vestida de rojo que colmó de punta a punta la Avenida Bolívar de la capital, la más ancha y amplia de la ciudad. La declaración no fue gratuita porque Caracas, estrictamente Caracas, fue ocupada únicamente por el chavismo.

En los municipios pudientes del estado Miranda que colindan con Caracas se concentró la oposición. En sectores como Santa Fe, Altamira y Las Mercedes, manifestantes que adversan al gobierno bolivariano acudieron vestidos -en su mayoría- de blanco, con banderas y pancartas alusivas a la solicitud de revocatorio presidencial hecha por la derecha. El punto final fue la avenida Libertador, a la altura del municipio Chacao.

La ciudad, caracterizada por su abigarrado tráfico vehicular, estuvo despejada. Las principales arterias viales se podían cruzar en minutos. Sólo los puntos de acceso y salida de la capital venezolana estuvieron custodiados todo el día por fuerte presencia militar y, en horas de la noche, aún permanecen tomados.

Los dispositivos de seguridad impidieron que hubiese confrontación entre ambos grupos. Salvo algunas escaramuzas registradas al final de la tarde en los sectores históricamente dominados por la oposición, como Altamira y El Rosal, el balance de la jornada fue positivo. Para Maduro, "ha triunfado la paz".

Este y oeste

Hay fronteras invisibles pero aparentemente infranqueables. Caracas sólo tiene un municipio y se llama Libertador. Allí el chavismo se ha consolidado como primera fuerza política. Las pocas veces que la oposición traspasó ese territorio ocurrieron hecho violentos: el más recordado es el golpe de Estado de 2002 contra Hugo Chávez.

En las avenidas del centro, varios graffitis funcionan como advertencia: "Bienvenidos a territorio chavista". Ese punto de la capital ha sido denominado como el "oeste", una calificación que en el imaginario caraqueño remite al barrio, a la piel morena, a gente pobre, a la mayoría de habitantes que se apiña en los sectores menos privilegiados de la ciudad.

El "este" empieza donde termina Caracas: en el estado Miranda. Chacao, Baruta, El Hatillo y Sucre son los municipios que conforman la otra mitad que hoy se conoce como Distrito Metropolitano. Es otro estado, sí, pero el tránsito de los caraqueños permea esos territorios hasta que se diluyen sus fronteras.

En el este abundan las urbanizaciones acomodadas, los cafés de moda, los hoteles caros, los campos de golf, los centros comerciales más lujosos, las torres de edificios financieros. En la marcha de este jueves, un dirigente rasguñaba su garganta para gritar: "esta no es una concentración de clase media, aquí también hay pueblo". La insistencia por aclararlo delata el peso específico de esa división tan arraigada.

"¡Vamos al CNE, vamos al CNE!", coreaban con brío los manifestantes opositores. Sin embargo, nadie hizo caso al llamado. La sede principal del Consejo Nacional Electoral (CNE) queda en el centro, en el oeste.

Aunque tiene sus bemoles, el oeste huele a chavismo y el este a oposición. Este jueves, ambas marchas lo confirmaron: la izquierda ocupó su espacio natural y la derecha se retrató en su zona de confort. No hubo espacio para medias tintas y cada quien vio al otro desde su orilla. Los dos sostienen que son mayoría.

Golpe frustrado

En la víspera de las movilizaciones, el gobierno venezolano advirtió que la oposición, con ayuda del gobierno de los EE.UU., planeaba un golpe de Estado. Los servicios de inteligencia detuvieron a dirigentes de derecha como Yon Goicoechea y Carlos Melo en posesión de material bélico y explosivos.

Las autoridades también incautaron facsímiles de armas y uniformes de la Guardia Nacional, que presuntamente serían utilizados por los opositores para desestabilizar el país. En su discurso en la avenida Bolívar, el Jefe de Estado adelantó que, gracias a las labores de los cuerpos de seguridad, se había desmantelado una banda paramilitar instalado a 500 metros del Palacio de Miraflores, la sede del Gobierno.

"Yo quiero que el ministro (de Interior) Néstor Reverol, junto al ministro (de Comunicación) Luis José Marcano, le muestre al pueblo venezolano las pruebas de cómo derrotamos el golpe de Estado", pidió Maduro, quien además adelantó que emitirá un decreto para retirar la inmunidad a todos los cargos públicos: "que nadie utilice esos cargos para atentar contra la paz", sostuvo, citado por El Nacional.

La tensión era previsible. Los comercios del centro de Caracas abrieron a medias y, tal como lo ratificó el propio presidente, el ambiente de incertidumbre estaba adobado por el temor a que ocurriera algun hecho violento: "Muchas familias estaban esperando lo peor, muchas familias estaban preocupadas. ¿Eso es hacer política? Ramos Allup no tiene derecho a generar eso".

Durante su discurso, el Jefe de Estado hizo una salvedad: "Una cosa es Ramos Allup y otra cosa es el ciudadano común" que salió a las calles a pedir el revocatorio en su contra. A ellos, a los opositores, les dijo: "Nuestro saludo de reconocimiento desde aquí, como venezolanos y venezolanas que son (...) desde aquí le envío mis saludos, a esos ciudadanos y a esas ciudadanas y les damos un aplauso como hermanos desde aquí".

La decepción opositora

La movilización de la derecha fue de grandes proporciones. Sin embargo, no todos quedaron contentos y el secretario general de la coalición opositora, Jesús "Chúo" Torrealba, se llevó la peor parte. 

En redes sociales, los manifestantes que adversan a Maduro lo señalaron de "colaboracionista" por haber inclumplido las promesas que la dirigencia opositora les hizo a sus acólitos: forzar la salida del mandatario nacional y precipitar la convocatoria al revocatorio. Ninguna de las dos cosas pasó. En cambio, el llamado de Torrealba fue a hacer un "cacerolazo" en horas de la noche y hacer una nueva concentración la próxima semana.

Algunos de los tuits dirigidos al secretario de la coalición opositora fueron: "Chúo Torrealba nos vio la cara de pendejos. Así de simple"; "¡No esperes que la gente vuelva a perder su día de compra para marchar!", "La gran estafa de Caracas. La idea de todos era la resistencia activa, quedarnos en la calle hasta tener una respuesta".

Sin embargo, las cacerolas se escucharon en algunas zonas de Caracas. El chavismo no se quedó atrás y puso a sonar sus canciones revolucionarias para contestar la protesta opositora. La ciudad se adentró en la noche con algarabía y sus habitantes, todos, se fueron a la cama con una certeza: En Venezuela, las diferencias se dirimen en paz.

Nazareth Balbás

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