¿'Fuga de cerebros' o intercambio de talentos? (Primera parte)

¡Hola! ¿Qué tal?

Este tema está analizado por la Dra. Ermolieva en su trabajo publicado en el Nº 2/2010 de la revista IBEROAMERICA.

Según la autora, la preocupación por la llamada 'fuga de cerebros' es un asunto añejo que, de manera cíclica, aparece y desaparece en el discurso público y en la agenda de las investigaciones internacionales. Su resurgimiento reciente está determinado por la creciente circulación internacional de estudiantes, de profesores, de científicos universitarios. Según algunos autores, el 'brain drain' es una consecuencia ineludible de la internacionalización o mundialización académica. Debido a que a inicios del siglo XXI el continente latinoamericano padece de pérdida de personal altamente capacitado, el artículo tiene como objetivo analizar en breve nuevas tendencias de este fenómeno que afecta considerablemente a las relaciones entre la región de América Latina y el Caribe (ALyC) y los países más desarrollados.

El fenómeno, calificado ahora en los estudios latinoamericanos como 'circulación de talentos' o 'exilio de los sabios', tiene una larga historia. En ALyC la tendencia de los egresados universitarios de trabajar en el exterior empezó a ser una inquietud desde los años 1960-1970 dentro de la reflexión político-ideológica sobre las relaciones entre países 'capitalistas' y países 'en vías de desarrollo', y el concepto de 'transferencia inversa de conocimientos' cuando los países pobres contribuyeron al potencial científico-tecnológico de los países ricos.

Desde inicios de los 2000, un número de expertos –primordialmente del Banco Mundial– sugieren que ahora es más apropiado definir a las migraciones altamente calificadas como 'movilidad de cerebros', puesto que la economía global se caracteriza por la libre circulación de capitales, mercancías, trabajo y capital humano. Sin embargo, muchos otros están convencidos de que el concepto de 'brain drain' es todavía válido, principalmente en el caso del intercambio desequilibrado de grupos altamente calificados entre el Norte desarrollado y el Sur menos avanzado en los aspectos económico-sociales, educativos, tecnológicos, etc.

El Banco Mundial considera como caso de 'fuga de cerebros' una migración de más del 10% de personas con estudios superiores, ocupadas en áreas de investigación y desarrollo. Ya que existen demasiadas dificultades para obtener tales datos. La mejor estrategia para evaluar el 'brain drain' es correlacionar la proporción de emigrantes calificados y el total de la población educada económicamente activa. En este caso, en efecto, es evidente que la presión ejercida por 1.037.000 emigrantes calificados en India –4,3 % del total de la fuerza de trabajo educada– es menos importante que la presión por parte de 16.000 emigrantes calificados de Granada –85% de fuerza profesional educada-.

Según estimaciones de los expertos del Departamento de Trabajo y Asuntos Sociales de la OECD, la tasa de 'expatriación' de los recursos altamente calificados a inicios de los 2000 fue para Argentina y Colombia el 5,8%, Ecuador y México, el 6,5%; Uruguay, el 11%; República Dominicana, 13%, y Guayana y Surinam, hasta el 85%. Otro documento, del Banco Mundial, señaló que entre los años 1961 y 2002 más de 1.200.000 personas altamente calificadas de Latinoamérica emigraron hacia sólo tres países: Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido.

En junio de 2008 uno de los rectores universitarios haitianos señaló que su país se ha convertido en una verdadera fábrica de cerebros que se van a otras partes: casi el 80% de los profesionales más calificados se mudan, la mayoría a Canadá. De Haití y Jamaica emigran 8 de 10 personas calificadas. En cambio, el éxodo de la mano de obra cualificada desde Brasil, que posee altas tasas de inversiones en educación superior, ciencia y tecnología, no sobrepasa el 5% de todo el flujo migratorio.

La fuga de cerebros es uno de los 'males endémicos' de los países menos desarrollados. Está comprobado que alrededor de 1 millón de personas capacitadas, procedentes de las 50 naciones más pobres del planeta, viven y trabajan en los países avanzados, lo que representa un éxodo intelectual del 15% teniendo en cuenta que en los países pobres unos 6,6 millones de personas tiene formación superior.

Junto con la doctora Ermolieva pienso que existe un intercambio, en gran parte injusto, de recursos humanos altamente calificados que provocó el aumento de las brechas de prosperidad entre los países más y menos desarrollados (Norte—Sur).

Y ustedes, ¿qué opinan?

Continuará.

Vladímir Travkin, e-mail: revistala@mtu-net.ru