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Las preguntas sobre las elecciones en EE.UU. que le da vergüenza hacer

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Poder votar sin pasaporte y que no siempre gane el candidato al que apoya la mayoría de la población hacen de las presidenciales en EE.UU. un fenómeno único.
Las preguntas sobre las elecciones en EE.UU. que le da vergüenza hacer

La carrera presidencial hacia la Casa Blanca ha llegado a su fin: el republicano Donald Trump ha ganado las elecciones en EE.UU.

El proceso electoral estadounidense es uno de los más complejos del mundo y, a la vez, uno de los más curiosos, debido a que cada etapa deja en el aire algunas cuestiones. Les presentamos algunos de los asuntos que quedan sin resolver.

Es cierto. Los comicios se realizan por un sistema de dos niveles. Según la Constitución de EE.UU., en las elecciones presidenciales los habitantes del país votan por los candidatos, pero sus votos no los reciben esos aspirantes de forma directa, sino a través de un colegio electoral. En otras palabras, los estadounidenses votan por los electores y ellos eligen al presidente.

Este sistema nació junto con EE.UU. como un compromiso: se cree que los padres fundadores, aunque defendieron la democracia, aún no estaban preparados para confiar plenamente la elección del presidente a los ciudadanos.

Sí, son personas reales, designadas en cada estado en función del número de miembros elegidos en el Congreso (de ambas cámaras). Es decir, cuanto mayor sea la población del territorio, tendrá más representantes en el Congreso y, por tanto, más electores.

El estado más poblado de EE.UU. es California, que obtiene 55 electores, mientras que los siete estados menos poblados obtienen tres. Además, una modificación especial establece que la capital del distrito de Columbia tenga el mismo número de electores que el estado de menor densidad de población.

Como consecuencia de ello, se crea un panel de 538 personas (435 representantes y 100 senadores de los 50 estados, más tres personas de Washington). Estos determinan el número de votos necesarios para un candidato para ganar la elección: 270. En caso de empate, el ganador se revela tras una votación en la Cámara de Representantes. Para ganar, es necesario obtener los votos de 26 estados.

La ley federal de EE.UU. no tiene reglas que obliguen a los electores a votar de una manera u otra. Algunos estados requieren a sus electores que prometan votar de acuerdo con la voluntad del pueblo, ya que optar por otro candidato o la abstención se considera una violación del juramento y, en 24 estados, está castigado por ley. En la gran mayoría de los casos, los electores votan de la manera asignada por los residentes del estado y los que no los hacen los denominan 'electores infieles'.

Recientemente, Donald Trump recordó que algunos ciudadanos cuentan con la posibilidad de cambiar su voto temprano si se arrepintieron más tarde de su elección. En efecto, al menos siete estados del país permiten esa posibilidad a las personas que emiten su papeleta de manera anticipada. En alguno de ellos, incluso se puede votar hasta tres veces, aunque solo uno de esos votos tendrá validez.

Este es el caso de Minnesota, Pensilvania, Wisconsin, Míchigan, Nueva York, Connecticut y Misisipi. "Puedes cambiar tu voto en seis estados. Así que, ahora que ves que Hillary fue un gran error, cambia tu voto para hacer a EE.UU. grande de nuevo", escribió el pasado miércoles Trump en su cuenta de Twitter, en relación a la reactivación por parte del FBI del caso de los correos que Clinton envió durante el periodo en que ejerció como secretaria de Estado.

En la mayoría de los estados no se requiere un documento de identidad para votar, sino que basta con registrarse con anterioridad como votante y, el día de la votación, acudir al lugar, decir nombre y apellidos y firmar la papeleta. La firma del votante se verifica con la del registro y esto resulta suficiente para participar en las elecciones. Algunos estados aprobaron leyes que obligan a los votantes a presentar documentos para combatir el fraude electoral, aunque casi no sucede que una persona intente votar dos veces o se trate de hacer pasar por otra. En las primarias, un residente de Iowa intentó votar dos veces por Trump y fue detenido.

Se cree que esta ley sobre los documentos de identidad tiene otro fin: dificultar la votación a quienes, simplemente, no poseen esos certificados, algo muy habitual en EE.UU. Quienes se oponen a esas leyes —sobre todo, liberales y personas de centroizquierda— argumentan que requerir un certificado es inconstitucional. La importancia del asunto radica en que muchos votantes sin documentos, un caso más frecuente entre personas pobres o pertenecientes a minorías sociales, tienden a votar por los liberales.

Este martes, en EE.UU. también se votarán 154 medidas que, quizás, sean más relevantes para la vida cotidiana de los ciudadanos estadounidenses que el nombre de su próximo presidente.

Uno de los puntos más polémicos hace referencia a la legalización de lamarihuana. Los residentes de California, Massachusetts, Maine, Arizona y Nevada votarán para decidir si despenalizan la siembra, distribución y venta de ese cultivo con fines recreativos; mientras que en Arkansas, Montana, Dakota del Norte y Florida decidirán sobre su uso terapéutico.

En la actualidad, cuatro estados norteamericanos permiten el consumo recreativo de marihuana, mientras que en otros 25 se permite su uso medicinal.

Asimismo, los residentes de Washington D.C. tendrán la opción de votar si cambian el estatus administrativo del lugar. Si la propuesta obtiene mayoría en las urnas, se aprobaría la constitución de un nuevo estado y se enviaría una petición al Congreso. Por su parte, los residentes de Colorado votarán sobre la abolición definitiva de la esclavitud —allí todavía se permite el trabajo forzado y la servidumbre involuntaria, como castigo por un delito grave— y la legalización de la eutanasia, mientras que los residentes de Nebraska decidirán si quieren revocar una ley que eliminó la pena de muerte como castigo para los asesinatos en primer grado, entre otras medidas.

Casi siempre hay más de dos candidatos. Junto con los aspirantes demócratas y republicanos, se presentan los representantes de otros partidos menos influyentes —verde, libertario, constitucional—, así como otros candidatos independientes. En estas elecciones hay seis opciones y el 'tercer candidato' y exgobernador de Nuevo México, Gary Johnson, tiene unas políticas bastante significativas. Sin embargo, en la práctica solo compiten dos pesos pesados: Hillary Clinton y Donald Trump.

Si el votante lo deesa, puede escribir cualquier nombre en su papeleta electoral. Esta opción permite optar por personas diferentes si un presidenciable engferma de gravedad o sufre una muerte repentina, pero abre la posibilidad de realizar bromas. Por ejemplo, en 2012 alguien quería ver en la Casa Blanca a Yoda, el personaje de 'La guerra de las galaxias'; al actor Chuck Norris e, incluso, al presidente de Rusia, Vladímir Putin.

El portal FiveThirtyEight, cuyas previsiones en los últimos ocho años gozaron de gran autoridad, indicó a principios de noviembre que estaban dispuestos a votar por Trump casi el 45 % de los estadounidenses, mientras que Clinton acaparaba algo menos del 49 % de las preferencias.

A pesar de sus numerosas declaraciones escandalosas, su reputación como persona sexista y su mala relación con otros republicanos influyentes, Trump es un candidato muy popular entre algunos estadounidenses. Con su retórica agresiva, el multimillonario se convirtió para muchos estadounidenses en un símbolo de lucha contra aquello que no les convence de la sociedad de EE.UU., desde la migración ilegal hasta la excesiva corrección política o la supuesta incompetencia de los políticos en Washington.

Debido a que el apoyo de la población no resulta determinante. A pesar de que el apoyo a ambos candidatos es muy similar, es más probable que Hillary Clinton se convierta en presidenta o, lo que es lo mismo, logre 270 votos electorales.

De acuerdo con las estimaciones de FiveThirtyEight, la probabilidad de que venza la aspirante demócrata ronda el 71 %, aunque antes de que se conociera que el FBI volvería a investigar sus correos electrónicos era del 87 %.

Sí, pero rara vez ello está relacionado con la forma de votar de los electores, menos aún con las acciones de los 'electores infieles': importa más cómo cada estado distribuya los votos. Así, 48 de los 50 estados los electores se designan siguiendo la máxima de 'el ganador se lo lleva todo', sin importar con qué resultado haya ganado. Es decir, el candidato que vence en California consigue el apoyo de los 55 electores, incluso si ha ganado las elecciones con un 51 %, frente al 49 % de su oponente.

Por lo tanto, puede suceder que un candidato reciba la mayoría de votos, pero se quede en minoría con los votos electorales. Un ejemplo reciente: en la campaña de 2000, el demócrata Al Gore ganó el 48,4 % de los votos y el republicano George W. Bush el 47,9 %. Los votos electorales fueron distribuidos a favor de Bush (271 frente a 266), por eso fue declarado ganador. Tras este incidentes, algunas personas solicitaron que EE.UU. reforme su sistema electoral.

Los resultados de la votación pública se anuncian inmediatamente después del día de las elecciones, el martes después del primer lunes de noviembre: este año, el 8 de noviembre. El día de la votación de los electores también se conoce por adelantado: el lunes después del segundo miércoles de diciembre; este año, el 19 de diciembre. El colegio electoral nunca se reúne de pleno, sino que los electores votan en el edificio del Capitolio de su estado. Los participantes eligen al presidente y vicepresidente; a continuación, los votos se cuentan y se registran en un protocolo, del que se emiten varias copias.

Los protocolos son enviados en sobres sellados al representante del Senado de EE.UU. —como regla general, esto corresponde al vicepresidente—, al archivista de EE.UU., al secretario del Senado del Estado y al juez presidente del Tribunal de Distrito. Los receptores deben tener los protocolos en un margen de nueve días. El recuento de votos se realizará en una sesión especial del Congreso de EE.UU., tras lo cual el presidente del Senado nombrará al nuevo presidente y vicepresidente. Esto deberá ocurrir el 6 de enero.

Para la preparación de este artículo se ha utilizado información de Meduza, BBC y de la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales de EE.UU (NCSL).

Preparado por Yulia Nitchiporenko y Mijaíl Ratkovski

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