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¿Fuga de cerebros o intercambio de talentos? (Segunda parte)

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¿Fuga de cerebros o intercambio de talentos? (Segunda parte)

¡Hola! ¿Qué tal?

La Dra. Ermólieva, al mencionar que en ALyC los más afectados por la fuga de cerebros son las repúblicas chicas del Caribe y América Central, que no tienen capacidades de absorción de la mano de obra con niveles universitarios, cita a sus colegas de Guatemala, quienes dicen que la pérdida del capital humano estratégico es uno de los síntomas de la “decadencia social, o sea, del agotamiento y deterioro de una sociedad. La nación que pierde sus mejores recursos humanos, además de estancarse, se torna desorientada, confundida y mediocre...”.


Dra. Ermólieva

Entre las causas más comunes de la fuga de cerebros se encuentran las siguientes:

–        la escasez de inversiones en investigación y desarrollo tecnológico, lo que limita las oportunidades para el trabajo y la vida cotidiana adecuadas de científicos y académicos;

–        la inestabilidad política y económica;

–        el aumento del desempleo y subempleo de graduados universitarios;

–        las mejores opciones de retribución económica en el extranjero;

–        la falta de programas de actualización profesional que aseguren el acceso a nuevas tecnologías, así como a la competitividad a nivel mundial.

Sin lugar a dudas, los factores económicos tienen un peso significativo dentro de las motivaciones de los emigrantes. Otro factor negativo es el desarrollo del sector industrial con poca innovación y su desvínculo con el sistema científico-tecnológico que, a su vez, no recibe incentivos económicos para actividades más amplias y más dinámicas. Podemos mencionar también la ausencia de definición de políticas adecuadas para la formación de recursos humanos altamente calificados, que se traduce en una muy débil política regional de formación doctoral.

Mientras algunos países funcionan realmente como focos de expulsión de profesionales (Haití, Guayana, El Salvador, Nicaragua), otros evidencian esquemas más equilibrados de migración. Por ejemplo, en México, los efectos negativos de la emigración están compensados, aunque parcialmente, por la inmigración: así, casi el 19% de los inmigrantes de este país tienen un diploma de nivel superior, mientras que en Chile se trata de un 16,7%. En contraste, Argentina, que exporta a los EE. UU. un porcentaje importante de personal cualificado (el 19% de la población emigrada mayor de 25 años) recibe una proporción comparativamente inferior de inmigrantes calificados –el 7,4%.

Un análisis más detallado del 'reemplazo' de profesionales a nivel de emigración/inmigración es bastante difícil. Lo que sí se puede asegurar es que en la región, formadores de opinión, investigadores y quienes toman las desiciones se preocupan más por la emigración que por la inmigración.

El brain drain internacional beneficia casi exclusivamente a los Estados Unidos. Por el contrario, Europa exporta más cerebros de los que importa. Según algunas estimaciones, aproximadamente 400 mil científicos nacidos en el Viejo Mundo residen en los EE. UU. El impacto de Latinoamérica en el potencial académico estadounidense también es sustancial. En 2005, entre los inmigrantes que integraban el sistema de ciencia y tecnología de los EE. UU., habían 53 mil argentinos, 36 mil colombianos, 33 mil peruanos y 20 mil brasileños. América del Sur en conjunto proporcionaba casi 180 mil científicos e ingenieros. El Caribe hacía lo propio con 170 mil personas, la mayoría procedentes de Cuba, Jamaica y República Dominicana.

Como consecuencia de la fuga de talentos, subraya la Dra. Ermólieva, los países de América Latina y el Caribe disponen sólo de 146 mil investigadores, que representan apenas el 3,5% del total de científicos del planeta. En comparación con otras regiones y países, ALyC tiene tres veces menos investigadores que Japón, cuatro veces menos que China y seis veces menos que los EE. UU.

Las migraciones profesionales de las últimas cuatro décadas costaron a los países de ALyC más de 30.000 millones de dólares. Si tomamos en cuenta alguna nueva información, encontramos las siguientes cifras: el éxodo de 24 mil profesionales latinoamericanos registrado en 2006 representó para la región una pérdida de mil millones de dólares, ya que su formación, incluidos los cursos de post-licenciatura, oscila entre 40 mil y 80 mil dólares, según la carrera y el país.

Pero más allá de los asuntos monetarios -la pérdida de recursos invertidos, particularmente públicos, en los países de origen de los migrantes latinoamericanos-, es incalculable la pérdida que afecta a la capacidad de la región para la generación y el uso productivo del conocimiento, para la utilización de tecnologías avanzadas, tan necesarias en la expansión de la economía latinoamericana.

La primera década del 2000 nos muestra que el viejo fenómeno y, digamos, 'endémico' para los países de ALyC, la 'fuga de cerebros', todavía no fue resuelta, a pesar de las políticas gubernamentales que tratan de contenerla. Sus economías todavía no están en condiciones adecuadas para suministrar un nuevo personal, sumamente calificado. De ese cuadro deriva, en el mercado mundial de conocimientos, un desequilibrio que genera la injusta 'transferencia inversa' de talentos.

Ya que el diagnóstico presentado exhibe una reflexión corta sobre el fenómeno, quedan abiertas para el futuro análisis muchas otras cuestiones que han emergido en esta problemática en el caso de Latinoamérica. Por ejemplo ¿cuáles son los términos más adecuados para designar el proceso: 'fuga', 'pérdida' o 'intercambio' de saberes y talentos? ¿Cuál será el diseño más efectivo de las políticas públicas nacionales orientadas a contener la pérdida de talentos, o dirigidas al retorno de los científicos emigrados, cuando es sabido que los elementos centrales para el regreso de los cerebros fugados son los salarios y las condiciones de trabajo profesional? Quedan pendientes otros temas clave. De todos modos, es cierto que los países de América Latina y el Caribe están viviendo un momento histórico, en el que se requieren medidas y esfuerzos comunes en el formato 'Sur-Sur', para hacer posible y más justa la circulación internacional del personal altamente calificado.

Ésa es la conclusión de la Dra. Ermólieva. Parece que la investigadora tiene la razón.

¿Y ustedes, qué opinan?

Vladímir Travkin, e-mail: revistala@mtu-net.ru

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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