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¿Le dan gato por liebre a Europa Oriental? Los países del este dudan de la calidad de sus productos

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Un estudio revela importantes diferencias de calidad entre los mismos productos vendidos en Alemania o en la República Checa.
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Los gobiernos de Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría han reclamado este jueves un papel "más significativo" dentro del funcionamiento de la UE para los parlamentos nacionales con vistas a aumentar la "legitimidad" del proceso de toma de decisiones en el bloque comunitario.

Uno de los asuntos que más conciernen y molestan a estos cuatro Estados­ –que conforman el llamado Grupo de Visegrado– es el hecho de que consideran que algunas multinacionales envían a Europa Oriental productos de calidad inferior a los que se comercializan en Europa Occidental.

En efecto, un estudio de la Universidad de Química y Tecnología de Praga ha revelado que algunos productos habituales en tiendas alemanas y checas no tienen la misma composición y textura en un país que en otro. En el estudio fueron analizados 23 productos. casi un tercio de ellos, aunque presentaban la misma marca, el mismo envase y supuestamente estaban elaborados por el mismo fabricante, tenían una composición, un sabor y una consistencia notablemente diferentes en Alemania que en la República Checa.

Casos concretos

"En los refrescos vendidos en la República Checa se utiliza la glucosa fructosa como endulzante, mientras que en Alemania se utiliza sacarosa. No es posible determinar cuál es mejor y cuál peor, eso depende de las preferencias individuales del consumidor, los dos endulzantes tienen aspectos negativos y positivos", explica Jan Pivoñka, el coordinador del estudio, a Radio Praga. En la misma información, este medio explica que un producto consistente en unas barritas de pescado congelado preparado para freir, "en el caso de la República Checa tiene un mayor contenido en agua y un menor componente de pescado que el que se vende en Alemania". Además, el estudio resalta que "una conocida marca de café vende a los checos un café con mucha más cafeína que el que se vende en Alemania".

El caso de la carne enlatada de marca Tulip, de origen danés, es quizá el más significativo: el mismo producto es radicalmente diferente en ambos mercados. En Alemania la carne enlatada de esa marca es principalmente de cerdo, mientras que en la República Checa el producto está compuesto básicamente por carne de aves de corral, lo que lo convierte en un producto bastante diferente.

Radio Praga preguntó a Jan Pivoñka si puede afirmarse que se les está ofreciendo a los checos una menor calidad del producto en sus supermercados, y ésta fué su respuesta: "En el caso de la carne enlatada Tulip, ese tipo de conclusión puede ser acertada porque la carne de aves de corral es más barata que el cerdo, pero en el caso de los refrescos es pura especulación y se requiere un análisis económico mucho más profundo".

El estudio fue encargado por la parlamentaria europea socialdemócrata Olga Sehnalová, que forma parte del Comité de Mercado Interno y Protección del Consumidor. Los resultados del informe serán utilizados para abogar en el Parlamento Europeo por una mejor regulación que evite la venta de productos diferentes fingiendo que son los mismos a distintos países del mercado común europeo.

Falta de criterio unificado

En RT hemos hablado con el economista Jesús Domínguez, que nos ha dado su opinión sobre el hecho de que existan estas diferencias entre países a la hora de encontrar y consumir productos alimenticios en las superficies comerciales.

Como verán, en su opinión esto supone un riesgo para la credibilidad de los estándares de calidad avalados por el sello de producción de la Unión Europea: "Entre los distintos países de la Unión Europea no hay una unificación de criterios, lo que hace que el sello de producción en la Unión Europea sea un sinónimo de calidad ni sirva para garantizarla. Los productos no reúnen las mismas características ni tienen las mismas calidades en Alemania o en Grecia. Todos los productos que lleven el sello de producción de la Unión Europea, especialmente los alimenticios (que son los que más afectan a la salud de los consumidores) deberían ser productos homogeneizados y regidos por un criterio de calidad unificado en todo el territorio, sin distinciones entre países".

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