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El 30 % de los presos en Argentina son inocentes

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Fue la peor escena de pesadilla que pudo imaginar. En febrero de 2008, el técnico electrónico Víctor Robledo Blasco acudió con su pareja a un tribunal de la Provincia de Buenos Aires para realizar un trámite de rutina. Formaban una familia feliz. Tenían dos hijos y su mujer estaba embarazada del te

Fue la peor escena de pesadilla que pudo imaginar. En febrero de 2008, el técnico electrónico Víctor Robledo Blasco acudió con su pareja a un tribunal de la Provincia de Buenos Aires para realizar un trámite de rutina. Formaban una familia feliz. Tenían dos hijos y su mujer estaba embarazada del tercero. Pero la joven tenía urdido un plan perverso. Mientras ella realizaba declaraciones en el interior del edificio, Víctor, que aguardaba tranquilamente afuera, se vio de pronto rodeado de policías que le apuntaban con sus armas.

"Cuando me vinieron a detener los policías me apuntaron con una ametralladora, me redujeron. Me decían que me ponga contra el piso, las manos en la nuca y que quedaba detenido. Y yo preguntaba: '¡Hay un error! ¿Cómo puede ser? Estoy esperando a mi mujer que está haciendo declaraciones'. Y dicen 'Bueno, sí, porque tu mujer te denunció... Vos quedás detenido porque tu mujer te está acusando de que vos la tenés secuestrada'”, recuerda Víctor.

La trampa de la mujer funcionó a la perfección. Había conseguido una serie de testigos falsos, y el delito del que acusaban a Víctor no era excarcelable. La artimaña legal le permitió a ella quedarse con la casa e iniciar una nueva vida con su amante. Mientras tanto, en la cárcel, el hombre fue apuñalado por otros presos y vivió varios intentos de suicidio.

“Me decían que por lo que estaba acusado corría el riesgo de estar de ocho a 25 años. Y yo dije: ‘No tengo esperanza’, más ahora que mis hijos se quedaron con ella. Y me agarró una depresión, una tristeza... Rompí un espejo, agarré el vidrio y me corté”, cuenta.

En junio pasado, luego de 28 meses de encarcelamiento, la Justicia determinó que todas las denuncias en su contra eran falsas y Víctor recuperó la libertad. Pero son miles los casos como el de este hombre, muchos están injustamente detrás de las rejas durante años hasta que las autoridades descubren su inocencia.

Según las estadísticas oficiales de la Procuración General de la Provincia de Buenos Aires, el 28% de las sentencias dictadas contra personas detenidas terminan finalmente en la absolución o el sobreseimiento, es decir, tres de cada diez presos son inocentes.

A diferencia de lo que se podría creer en un primer análisis, los expertos estiman que la principal causa para que haya tantos reclusos inocentes no es la lentitud de la Justicia, sino todo lo contrario: la prisa por resolver los casos. Especialmente cuando hay mucha presión por parte de la opinión pública. El especialista en criminología Ricardo Canaletti explica que “en el apuro, y ha pasado en varias oportunidades, los investigadores suelen recurrir a los sospechosos de siempre, o a otros clientes del sistema penal que generalmente son las personas más vulnerables social y económicamente. Son ellos los elegidos para descomprimir la presión social que hay sobre los casos criminales”.

El fenómeno de una enorme cantidad de reos inocentes se extiende por toda América Latina. Según Canaletti, está muy relacionado con la forma que tienen los países latinoamericanos de investigar delitos y con la mayor inseguridad. “Cuanta más inseguridad, mayor presión social para que esos delitos se resuelvan. Y esa presión social se canaliza rápidamente en presentar a quien no es culpable como culpable”, afirma. A esto se suma un polémico recurso legal, el secreto del sumario, que muchas veces deja al acusado sin herramientas para defenderse.

La clave para avanzar en la gravísima cuestión de tantos presos inocentes podría ser encontrar un delicado equilibrio. Por un lado, darles a las autoridades el tiempo que realmente necesitan para investigar de manera responsable un delito. Y por el otro, tomar conciencia de la urgencia de las víctimas y de la sociedad que claman Justicia. De por medio está en juego la libertad de miles de personas que permanecen tras las rejas, y muchas de ellas de manera injusta.

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