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"La peor investigación de la historia": se cumplen 23 años del atentado a la AMIA en Buenos Aires

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El abogado y periodista Horacio Lutzky sostiene que hay fuertes relaciones entre el ataque terrorista que mató a 85 personas y el tráfico de armas, pero las pistas son "silenciadas".
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Este martes 18 de julio se cumplieron 23 años del atentado en Buenos Aires a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que le costó la vida a 85 personas en 1994 y cuyos familiares aún no encuentran justicia. El abogado y periodista especialista en el caso, Horacio Lutzky, está convencido de que se desvió la investigación judicial para no llegar al fondo de la cuestión: el tráfico de armas del cual participaba el país sudamericano en los años 90.

Al día de hoy no hay certezas sobre cómo explotó el edificio ubicado en Pasteur 633, ni quiénes cometieron la tragedia. Lo que sí sabe Lutzky, autor de los libros 'Brindando sobre los escombros', 'Iosi, el espía arrepentido' y 'La explosión', es que todos los indicios que apuntaban hacia la Policía Federal y el entramado político del entonces Presidente Carlos Saúl Menem fueron silenciados: los sobornos, falsos testimonios y la implantación de pistas falsas desencadenaron en otros expedientes por encubrimiento y malas actuaciones judiciales. "Parte del engaño es mostrar que el episodio ocurrió porque sí, y eso no es verdad, hay que entender el contexto nacional e internacional. Lo cierto es que ni EE.UU., el Gobierno argentino de los 90 y sus actuales aliados, ni Israel, que buscó sostener a Menem frente a ese episodio, desearon que se esclarezcan los hechos", le expresa el escritor a RT. ¿Cuáles eran las relaciones geopolíticas de Argentina antes del atentado y por qué es importante saberlo?

Los motivos del atentado: ¿por qué en Buenos Aires?

"Para llegar a la Presidencia de la nación, Menem asumió una serie de compromisos con países árabes en su etapa de recaudación de fondos para la campaña, principalmente con el país de su familia, Siria, pero también con Irán y la Libia de Muamar Gadafi", repasa el experto, y detalla: "Lo hizo bajo promesas muy irresponsables, que consistían en la transferencia de tecnología nuclear, del misil Cóndor, y además de sumarse a su política en la guerra de Medio Oriente, con un discurso nacionalista, antiimperialista y antisionista".

Sin embargo, el mandatario peronista no cumplió con su palabra y se cambió de bando bajo el ala de los Estados Unidos, siguiendo las directivas políticas y económicas norteamericanas mientras el neoliberalismo crecía en la región, cuyo período hoy se recuerda como 'relaciones carnales'. "EE.UU le hizo entender que si no abandonaba esos planes quedaría como un paria internacional, y Argentina no iba a conseguir el financiamiento que Menem estaba buscando", explica el reportero.

Para el especialista, hubo grandes gestos simbólicos que cayeron mal en Medio Oriente: "De este modo, el país pasó a ser el mejor aliado de EE.UU en la región, envió naves a la guerra del Golfo, siendo la única nación de Latinoamérica que lo hizo, canceló la salida de un barco cuyo destino era Teherán con implementos nucleares y cerró la planta donde se producía el misil Cóndor, que causó indignación entre quienes apadrinaron su llegada al poder". A su vez, sostiene que, mientras el dirigente se impulsaba como mediador de paz en el conflicto de Medio Oriente, "lo que hizo fue traer al Cono Sur un problema que era completamente ajeno", y resalta: "Si bien los atentados se insertan dentro de un contexto global que no es ajeno al conflicto con Israel, todo indica que se eligió Buenos Aires como venganza para el expresidente argentino".

Además, compara aquellos años con el presente local: "La situación actual de Argentina, abandonando sus lazos con países vecinos, y el nuevo alineamiento extremo bajo las políticas económicas y geopolíticas de EE.UU, marcan un preocupante paralelismo".

Borrar las pruebas

El 3 de noviembre de 1995 se produjeron explosiones en la Fábrica Militar de Río Tercero (Córdoba, Argentina), donde murieron siete personas y más de 300 resultaron heridas. La Justicia consideró al hecho como un atentado producido para ocultar el traslado ilegal de armas, "realizado por un grupo de militares argentinos que a su vez participaban del contrabando con Croacia y Bosnia", agrega Lutzky. Según Horacio, se trata de pistas clave para comprender la masacre de la AMIA y su conexión con la triangulación de armamentos con fines bélicos durante la guerra de los Balcanes en la hoy disuelta Yugoslavia.

"Ese contrabando era el trabajo sucio que el Gobierno de Menem hacía con el guiño de EE.UU, que no podía involucrarse directamente en la cuestión porque era garante del embargo dispuesto en la zona por Naciones Unidas en 1991", argumenta. También suma que "Alemania y el Vaticano respaldaban a Croacia en su independencia, mientras que los norteamericanos propiciaban la llegada de armas clandestinamente y Buenos Aires era un punto central en la triangulación". El otro actor importante en el conflicto, Bosnia, se enfrentaba al ejército federal yugoslavo, dominado por los serbios, pero "carecía de armamento". Al respecto, añade que "Irán financió la llegada de armas", y aunque públicamente sostenía un enfrentamiento con EE.UU, "fueron ellos quienes autorizaron a los iraníes a involucrarse abiertamente en el tráfico, que en parte salía de Argentina".  

El entendido, quien viene estudiando el caso desde que voló la mutual judía, une los cabos sueltos: "Hay constancias de que el Gobierno bosnio, apoyado por Irán, hizo compras concretas de armas que salieron de Fabricaciones Militares mediante agentes iraníes, que se efectuaron momentos antes del atentado en Buenos Aires". Para Lutzky, la pregunta fundamental es: "Si se imputa a Irán de haber atacado la AMIA, ¿cómo se pueden eliminar todas las pruebas de la venta de armas a agentes iraníes?". También concluye en que "justamente el encubrimiento pasa por no poder determinar cómo se voló el edificio, con qué explosivos", y menciona una falencia grosera de la investigación: "Se suelen identificar lugares a miles de kilómetros de AMIA donde se guardaban explosivos, pero hay lugares donde se acumulaban para este contrabando a solo 10 minutos de la calle Pasteur". ¿Casualidad? El periodista de investigación resume: "Cuando se acusa a Irán de haber efectuado el atentado a la AMIA, las investigaciones entran en un punto negro al tocar esos hilos que llevan hacia el tráfico de armas, que involucra a atacantes y atacados".

La conexión local de la explosión

En una de sus obras, Lutzky y la periodista Miriam Lewin relatan el caso de un agente de la Policía Federal Argentina infiltrado en la comunidad judía antes del ataque terrorista. 'Iosi' –así se hacía llamar– les confesó que reveló a sus superiores informes de seguridad del edificio, horarios de entradas y salidas y hasta un plano hecho a mano del lugar, y temía que esa información se haya utilizado para concretar el ataque. Los reporteros llevaron la pista viviente más reveladora del caso ante la Justicia, para que declarara frente al ya fallecido fiscal Nisman, quien ni siquiera pudo atenderlo personalmente. "Su testimonio fue ignorado", se lamenta el autor. Hoy el expolicía está escondido bajo el Programa Nacional de Protección a Testigos, y la conexión local sigue sin esclarecerse.  

"Profundizar en esa dirección llega a quienes fueron cómplices y a quienes participaron del encubrimiento", opina el abogado, y dice que "solo se habla de culpar a Irán, pero borrando constancias materiales del lugar". Para finalizar, Horacio expresa: "Si sumamos que hubo zona liberada por las fuerzas para realizar el atentado, significa que hay una decisión política de no involucrar a las fuerzas del Estado con lo ocurrido". En los ataques a la Embajada de Israel –perpetrados en 1992- y AMIA, no falleció ninguno de los policías que debían cumplir sus servicios en la zona. Esos días no fueron. Sobre este primer ataque, cabe mencionar que Israel no se presentó como querellante en la causa judicial a pesar de que su sede diplomática voló por los aires. Por último, el entrevistado cuestionó el rol de las instituciones judías: "Sus conducciones nunca hicieron la más mínima autocrítica, en lo que muchos juristas la califican como la peor investigación (AMIA) de la historia argentina". Todavía hay muchos secretos en Buenos Aires.

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