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Cómo el famoso 'selfie' del macaco le costó la carrera y los ahorros a un fotógrafo

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"He gastado miles y miles de libras en abogados, estoy perdiendo ingresos y me está deprimiendo", sostiene Dave Slater, quien recuerda que su proyecto siempre fue traer a la palestra la difícil situación del macaco negro.

El famoso 'monkey selfie' es una de las imágenes más populares de la Red. Su imagen fue descargada 50 millones de veces, pero su popularidad se convirtió en una pesadilla para el fotógrafo que concibió su creación.

Dave Slater, el fotógrafo británico que se atribuyó los derechos de autor de las imágenes del macaco negro, actualmente está lejos de estar contento: tiene graves problemas financieros tras gastar sus ahorros en defender sus derechos en los tribunales y piensa en poner fin a su carrera. Afirma que no está "motivado para salir otra vez y tomar más fotos", según cita sus palabras 'The Telegraph'

"Mi vida está arruinada"

"He gastado miles y miles de libras en abogados, estoy perdiendo ingresos y me está deprimiendo. Cuando pienso en toda la situación, realmente no creo que valga la pena. Todo lo que hice para tratar de destacar la difícil situación de los monos ha destruido mi vida privada. Mi vida está arruinada", lamenta Slater desde su casa en Chepstow, en el este del Reino Unido.

La historia tras la foto

Las instantáneas con el famoso mono, incluso un par de sus 'selfies', fueron tomadas en el 2011, cuando Slater se encontraba con su guía en las junglas de Indonesia para fotografiar varias especies amenazadas. Allí tuvo la enorme suerte de hallar a un grupo de 20 monos. Antes del viaje había pocos registros visuales del macaco negro (macaca nigra), especie que solo se puede encontrar en dos islas del país.

El británico tardó un día para ganarse la confianza de los macacos. Al darse cuenta de que a los animales les agradaba tocar sus pertenencias, Slater instaló la cámara para que los monos pudiesen tomarse las fotos. Fue precisamente lo que pasó. La fotografía se hizo viral y se publicó en numerosos medios de comunicación. Más tarde, varias organizaciones, entre ellos Wikipedia y PETA, negaron los derechos de autor del fotógrafo y afirmaron que pertenecen al macaco.

Por su parte, Slater aseveró que las imágenes le pertenecen, ya que fue suya la idea de dejar que los primates se tomaran las fotos, también dice que eligió el ángulo, el tipo de lente,  e incluso la hora del día para contar con mejor iluminación. Lo anterior sin tomar en cuenta los gastos del viaje que había emprendido y el equipamiento usado.

Demanda contra el fotógrafo a nombre del mono

Los dolores de cabeza de Slater comenzaron cuando Wikipedia y el portal web de tecnología Techdirt hicieron publicaciones sobre el tema sin su permiso. Argumentaron que las imágenes deberían ser del dominio público, ya que el macaco fue el verdadero creador de las fotos y un animal no puede ser dueño de propiedad intelectual. Al ser subidas a Wikimedia Commons las imágenes podían ser descargadas de modo libre, lo que conllevó unas grandes pérdidas económicas para Slater, que acabó demandando a Wikipedia.

Posteriormente, el fotógrafo publicó un libro con sus obras fotográficas y con los autorretratos del macaco, lo que no fue del agrado de la PETA, organización que se dedica a la protección animal. Finalmente la PETA demandó a Slater a nombre del macaco.

La organización exigía que el mono fuera el dueño de los derechos y se ofreció como administradora de los fondos recaudados por la imagen del animal, prometiendo que estos ingresos se aplicarán en las campañas de protección de los primates. La PETA perdió el caso, pero posteriormente apeló el fallo. Hace una semana tuvieron lugar las deliberaciones judiciales en California (EE.UU.), pero por falta de recursos Slater no pudo viajar desde el Reino Unido para estar presente en la primera audiencia de apelación.

"La magia se ha ido"

Slater sostiene que los problemas legales le han quitado las ganas de proseguir con su pasión: la fotografía de conservación ambiental. "La magia se ha ido. Saco mi cámara de vez en cuando para tratar de recuperar la alegría, pero no puedo hacerlo", suspira.

La historia hizo que muchos le acusaran de avaricia, que se tradujo en el maltrato de su obra y legado. A esto, el fotógrafo respondió que el oficio de la fotografía era su "sustento". "No buscaba ganar mucho dinero, solo quería un salario justo por mi trabajo, algo para dejarle a mi hija", relata.

Pero a pesar de todas las batallas legales que tuvo que enfrentar y que están por delante, finalmente confiesa que no se arrepiente de haber hecho las icónicas imágenes: "Ha valido la pena, porque esa foto es lo mejor que le ha pasado a esos monos. Sin toda la atención, probablemente estarían extintos ahora como especie. Los nativos solían asarlos y comérselos. Ahora los aman y los llaman 'monkey selfies'", concluye.

Ahora queda por ver si la justicia protege también al hombre.

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