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La secta religiosa que creía en la castración como salvación del pecado

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En la Rusia moderna no quedan skoptsy, pero en el siglo XIX el número de adeptos de esta secta siniestra llegaba hasta un millón.

"No soy padre del pecado: únete a mi causa y te reconoceré como mi hijo", cuentan que dijo el fundador de la secta mística de los skoptsy (es decir, eunucos o castrados), el campesino Kondrati Selivánov al emperador ruso Pablo I. Las enseñanzas de Selivánov no impresionaron al zar y este lo mandó a un monasterio para enfermos mentales. Sin embargo, en aquel momento la castración como salvación del pecado ya se había extendido por toda Rusia y Selivánov tenía muchos seguidores.

La palabra skoptsy proviene del verbo en desuso 'oskopit', que significa castrar. Los miembros de la secta no se llamaban de este modo y preferían epítetos más románticos, como 'Corderos de Dios' o 'Palomas Blancas'. En sus mejores años, las comunidades de 'palomas' prosperaron tanto entre los campesinos analfabetos de las provincias como en las casas de comerciantes en la ciudad rusa de San Petersburgo.

Las raíces de la fe

Los skoptsy se bifurcaron de otra secta, los jlysty, que practicaban un severo ascetismo y un culto basado en danzas. Esta secta a su vez se escindió de los viejos creyentes, que no se distinguen prácticamente de los cristianos ortodoxos. Sin embargo, en el siglo XVII no aceptaron la reforma eclesiástica y se separaron de la Iglesia ortodoxa oficial.

Los skoptsy conservaban las opiniones de los jlysty, pero fueron más allá: practicaban el denominado 'bautismo del fuego', castraban a los hombres y cortaban los pechos a las mujeres.

Según el historiador e investigador de los jlysty Serguéi Tsoia, el activo desarrollo de la secta en Rusia en aquel momento se debió en parte al hecho de que muchos comenzaron a percibir la Iglesia ortodoxa oficial como una estructura burocrática y en declive. Los más decepcionados se fueron a buscar la fe verdadera en las sectas.

Los jlysty eran una secta popular que combinaba el cristianismo con el panteísmo e incluso con algunos aspectos budistas. En lugar del típico culto los jlysty realizaban sesiones de trance colectivo. En lugar de tener iglesias y santos, vivían en comunas donde el líder se consideraba la reencarnación de Cristo. Además, los jlysty huían del alcohol, las fiestas y las injurias, y en algunas comunidades estaba prohibido incluso el sexo matrimonial.

Elaborado por Oleg Skripkin para Russia Beyond The Headlines.

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