En una sociedad de tocayos resulta imposible juzgar a uno

Las autoridades chinas plantearon una tarea muy especial de incrementar artificialmente el número de apellidos para distinguir a personas en una sociedad que cuenta con 2.000 millones de miembros. A partir de una centena de apellidos que está en uso actualmente hay que alcanzar al menos 20.000, consideraron en el Tribunal Supremo del país.

El poder judicial es el primer organismo público que afronta el problema de una obvia escasez de nombres personales y patrimoniales. Miles de causas penales permanecen suspensos en los juzgados, millones de solicitudes de préstamo bancario quedan sin satisfacer por culpa de la coincidencia de los nombres de los demandantes, imputados, testigos, avalistas etc.

Si sucede algo, ni siquiera se puede entender quién le robó a quién, ya que vivimos rodeados de tocayos, se queja una de las víctimas de la situación complicada por el déficit de unos apellidos singulares, Van Thao.

Los documentos históricos recuerdan decenas de miles de apellidos, pero en su mayoría desaparecieron por culpa de las múltiples vicisitudes del desarrollo de la nación. El papel y los pergaminos nos han conservado miles de jeroglíficos muy sofisticados que comprendieron en otras épocas diferentes personajes y ahora ya no circulan, hasta uno ya no sabe pronunciarlos. Los calígrafos contemporáneos advierten de la necesidad de recobrarlos, agregándolos unos símbolos modernos, como arroba, e inventando unos nuevos.