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Un astillero estético en el sur de Rusia

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Una buena parte de los hitos del transporte marino se puede encontrar en un museo de modelos de barcos, situado en una ciudad rusa. Cada barco es una réplica pequeña de los navíos más conocidos, convertidos ahora en verdaderas obras arte.

Una buena parte de los hitos del transporte marino se puede encontrar en un museo de modelos de barcos, situado en una ciudad rusa. Cada barco es una réplica pequeña de los navíos más conocidos, convertidos ahora en verdaderas obras arte.

Así, la Santa María, el buque insignia de la flotilla de Cristóbal Colón con el que se descubrió América en 1492, está anclada a orillas del Mar Negro, en la ciudad rusa de Gelenzhik.

Anatoli Starújin la hizo a mano, en el sótano de un edificio residencial que le sirve de taller, almacén y sala de exposiciones. “¡Es todo un viaje al pasado! Así se puede observar el desarrollo de la construcción, las innovaciones técnicas que se introducían”, dijo el modelista.

La aventura de Anatoli comenzó cuando se jubiló, un cuarto de siglo atrás. Muy pronto, las tres naves de Colón zarparon de aquí, al museo marítimo de Huelva, como regalo para el Rey de España, Don Juan Carlos. 

En estas estanterías se puede tocar gran parte de la historia mundial de la construcción naval. Son réplicas exactas de los barcos más famosos, sea un yate real del siglo XVII o un buque de vapor norteamericano del siglo XIX. “Cada navío es una creación ingenieril, arquitectónica y artística, que refleja las tendencias de su época”, explica Anatoli.

Así que el tiempo es lo de menos para este diseñador aficionado, que invirtió tres años en construir la perla de su colección: la copia más grande del primer buque de línea ruso, 'La Providencia de Dios', asombra por su autenticidad. Miles de detalles, que incluyen hasta las balas de los cañones y la figurita del apasionado navegante, el Zar Pedro el Grande, autor de su diseño original.

“Tuve que invitar a un escultor, porque la tripulación de este navío consiste en 70 marineros”, confesó el modelista.

Por ahora, el constructor jubilado organiza excursiones sólo para los colegiales locales. Su sueño es preparar una exposición para el público en general. Mientras tanto, la construcción naval va viento en popa. Su fantasía no se queda varada en la época dorada de la navegación a vela, sino que ya aborda los tiempos de la antigua Grecia, y pronto alcanzará la tierra de los faraones.

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