Arranca en Cancún la XVI Cumbre sobre el cambio climático
Pasado casi un año desde la cumbre sobre el cambio climático en Conpenhague, que suscitaba tantas esperanzas pero a final confirmó la desilusión generalizada, las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) plantean tareas realistas para la cumbre que arranca hoy en la ciudad mexicana de Cancún.
La reunión que se celebrará entre el 29 de noviembre y el 10 de diciembre, será la 16.ª para las partes de la Convención y la sexta para las partes del Protocolo de Kioto. Se espera que la cumbre reunirá a unos 25.000 participantes. Durante la primera semana, se celebrarán negociaciones en el marco de los grupos de trabajo, y a partir del 7 de diciembre se iniciará la reunión de alto nivel, en la que tomarán parte los jefes de Estado y los ministros de medioambiente.
Según opina la mayoría de los expertos, es poco probable que en México se llegue a aprobar un nuevo convenio, pero, sin embargo, las partes podrían ponerse de acuerdo acerca de cuestiones más particulares, por ejemplo, sobre las estrategias de la adaptación al cambio climático, el intercambio de los conocimientos y tecnologías 'verdes', así como sobre el mecanismo del apoyo financiero de los países vulnerables a las consecuencias negativas del cambio climático.
Según el Plan de Acción aprobado en Bali (Indonesia) en 2007, el nuevo convenio que reemplace el protocolo de Kioto, que expira en 2012, debería haber sido aprobado en la conferencia de Copenhague. Sin embargo, el resultado de la cumbre fue el 'Acuerdo de Copenhague', en el cual las naciones no tenían obligación de reducir las emisiones de carbono, solamente después de la reunión en la capital danesa los participantes presentaron sus propias metas en este ámbito todavía no formalizadas.
Según la opinión de Yvo de Boer, el ex secretario ejecutivo de CMNUCC, quien en verano de 2010 traspasó su puesto a la diplomada costarricense Christiana Figueres, el fracaso de la cumbre de Copenhague se debe a dos causas: la ausencia de un entendimiento común de las resoluciones esperadas, y además, los recelos de varios países de que la lucha contra el cambio climático pueda perjudicar el desarrollo económico.
En Cancún se discutirán las cuestiones de la adaptación al cambio climático, de los mecanismos de medición, reporte y verificación (MRV) de los compromisos asumidos y de las acciones emprendidas para reducir las emisiones, la transferencia de las tecnologías verdes, así como estrategias de reducción de emisiones provenientes de la deforestación y degradación de bosques (REDD+).
Según varios expertos, la discusión de estos problemas se avanzó considerablemente ya en la anterior cita. Prácticamente todas las partes subrayan la importancia de un paquete amplio, equilibrado y significativo de decisiones cuya adopción tiene que ser el resultado de las negociaciones en el encuentro mexicano.
El programa mínimo de la cumbre, según Figueres, incluye también el futuro del Protocolo de Kioto. Las opiniones sobre este asunto son muy distintas. En cuanto a Rusia, el país seguirá sus propios planes: para el 2020 garantizar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a 30.000 millones de toneladas, o al 25% en comparación con el nivel de 1990, independientemente de los resultados de Cancún.
También podría salir de esta ocasión una decisión sobre cómo van a fluir los fondos de arranque rápido para países en desarrollo cuyo importe asciende a 30.000 millones de dólares para el periodo 2010-2012 que fueron comprometidos en Copenhague. Se espera que en la cumbre se acuerde el mecanismo de financiación a largo plazo conocido como 'fondo verde', el cual quedó establecido en 100.000 millones anuales a partir del año 2020.
En la foto: activistas de la internacional de promoción del desarrollo y lucha contra la hambruna OXFAM colocan en una playa de Cancún una botella simbólica con el mensaje a los participantes de la Cumbre.