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México un año después de la llegada de Trump

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Aunque las amenazas aún no se han cumplido, la incertidumbre ha aumentado y la relación bilateral se ha convertido en una pequeña guerra fría.
México un año después de la llegada de Trump

En diciembre de 2016, más del 70 % de los mexicanos consideraron 'mala' o 'muy mala' noticia el triunfo de Donald Trump como presidente de los EE.UU., según la encuesta 'Migración' realizada por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados. El mismo documento señalaba que 6 de cada 10 consideraron un error la decisión del presidente Enrique Peña Nieto de invitar a Trump, unos meses antes, mientras aún estaba en campaña.

La razón era que entre las propuestas más relevantes del candidato norteamericano había claras afrentas contra los mexicanos, a quienes acusó de llevar a EE.UU. enfermedades mortales, además de "drogas, crimen" y de ser "violadores". Como todos los enemigos del pueblo mexicano, la figura de Trump empezó a formar parte de las piñatas y los muñecos de cartón que –junto con los diablos– se queman en las fiestas de los pueblos.

Un año después la percepción no ha cambiado. Aunque las amenazas aún no se han cumplido, la incertidumbre ha aumentado y la relación bilateral, así como los intercambios con el vecino del norte de los ciudadanos de a pie, se han convertido en una pequeña guerra fría: empresarios, estudiantes, migrantes con y sin documentos o turistas sienten que en cualquier momento las reglas del juego pueden cambiar y las amenazas cumplirse.

El muro fronterizo y las deportaciones

Dentro de sus propuestas de campaña estrellas, Trump había amenazado a México con construir un muro entre los dos países, a lo largo de una de las fronteras más extensas del mundo, el cual México debía pagar "de una u otra manera" y que podría costar más de 25.000 millones de dólares

A un año de su llegada al poder, el discurso es el mismo y las amenazas se repiten a punta de 'tuitazos'. En este enero de 2018, Trump afirmó que "sin muro no hay acuerdo", en referencia al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que se negocia en estos días, por sexta vez –sin avances– en Montreal, Canadá, hasta el 28 de enero.

En octubre se presentaron ocho prototipos para la valla fronteriza y el presidente norteamericano ha convertido la amenaza de su construcción en un factor de negociación en los temas migratorios y la protección a través del programa DACA a los más de 750.000 'dreamers', que cuentan con el apoyo mayoritario de los norteamericanos, pero podrían ser deportados en marzo. El 22 de enero de 2018, se suspendieron más de 30 leyes medio ambientales que impiden la construcción del tramo del muro fronterizo en El Paso. Sin embargo, aún no hay muro para los votantes, mientras los expertos de ambos lados saben que no sería una solución al problema de la migración ni el narcotráfico.

Aunque se temía que con la llegada de Trump las repatriaciones fueran masivas, en el 2017 disminuyó en un 25 % el número de personas de nacionalidad mexicana que fueron deportadas, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Migración. Se calcula que en los primeros once meses del primer año de administración del presidente estadounidense, regresaron 156.000 mexicanos. Mientras tanto, las remesas que envían los ciudadanos del país en el exterior aumentaron en un 7 % con respecto al año anterior. La amenaza no parece cumplirse, pero ahí está.

La reacción de México

El Gobierno de México acertadamente ha renunciando a responder a los tuits de madrugada de Trump, regresando a su tradición diplomática de utilizar los canales de comunicación oficiales, aprendiendo de la "ocurrencia" de la invitación en campaña.

La pequeña guerra fría de Trump con México, hasta el momento, se ha reducido a amenazas y declaraciones altisonantes; sin embargo, la respuesta de México –con todo lo que ha mejorado– no se ha traducido tampoco en un proceso económico de diversificación de mercados ni de fortalecimiento del mercado interno, como sugirió que haría. Tampoco se han construido las estrategias para enfrentar deportaciones masivas si fuera el caso. El gobierno de Enrique Peña Nieto ha asegurado la protección de los intereses del país, pero no ha ido más lejos.

En los hechos, ambos países han reaccionado mucho en medios y en declaraciones, pero siguen siendo socios comerciales fundamentales, siguen teniendo una extensa historia en común y conservan profundos vínculos. En la medida que la crisis interna de EE.UU. se profundice y se intensifique en el proceso electoral en México, la pequeña guerra fría corre el riesgo de empezar a calentarse.

Magda Coss

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