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El desafío a la sabiduría del pueblo mexicano

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El desafío a la sabiduría del pueblo mexicano

La oposición de Andrés Manuel López Obrador al nuevo aeropuerto de la Ciudad de México ha pasado por muchas etapas; primero el rechazo y los amparos, después la revisión jurídica junto a los empresarios y la propuesta de agregar dos pistas a la base militar en Santa Lucía, para terminar en una consulta pública, que acabará poniendo en manos de todos los ciudadanos la responsabilidad de una decisión de gobierno y el echarse atrás en una propuesta de campaña que parece no poder sostener.

La necesidad de un nuevo aeropuerto

En una cosa hay acuerdo: el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México está sobrecargado y ya no puede atender la demanda que este país le exige. La segunda terminal que se construyó hace unos años alivió hasta cierto punto el problema, pero fue una solución a corto plazo para ganar algo de tiempo.

Hoy, tanto en términos de turismo como de desarrollo económico, México necesita un nuevo aeropuerto.

Ahí empieza el dilema. ¿Dónde? ¿Cómo? Y, sobre todo, ¿quién lo va a construir? El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto decidió abordar el asunto que el panista Vicente Fox trató de resolver al principio del siglo XXI, sin éxito: se topó con un determinado movimiento social –los macheteros de Atenco– y con un tibio apoyo popular. Al final desechó la idea. 

La administración saliente trató de cubrirse las espaldas con numerosos estudios técnicos para escoger el mejor lugar, y terminó siendo Texcoco: está cerca de la capital y apenas está poblado… por personas. El lago de Texcoco, sin embargo, es el paso de miles de aves migratorias.

El llamado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de Mexico (NAICM) fue finalmente avalado por diversos estudios técnicos, pero también levantó alertas de grupos ambientalistas y movimientos sociales. Con todo, se empezó a construir y a la fecha lleva cerca del 32% de avances, con decenas de licitaciones realizadas y contratos firmados.

AMLO: de oponerse al proyecto a una consulta popular

Andrés Manuel López Obrador, presidente electo, hizo del tema una de sus promesas de campaña. Primero, se opuso vehementemente; pero conforme su victoria se veía más posible, empezó a matizar, proponiendo usar alternativamente el aeropuerto militar de Santa Lucía como otra terminal, o hacer una consulta pública; en algún momento dijo que se revisarían los contratos, pero que podría seguir como iba.

Ya que ganó, la presión por tomar una decisión creció sustancialmente. ¿Qué haría con los millones de pesos comprometidos o ya gastados? ¿Cómo compensaría a las empresas que ya están trabajando? La alta complejidad del tema, y los números, empezaron a cerrarle los espacios al popular político.

Magda Coss, periodista, escritora y fundadora de la asociación civil 24-0 México.
Magda Coss, periodista, escritora y fundadora de la asociación civil 24-0 México.
"El presidente electo tiene ya un historial de hacer consultas. Cuando fue jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, realizó varias con cuestionable éxito".

Así, aseguró que haría un análisis a fondo antes de decidir. Su próximo secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, entregaría una posición del nuevo gobierno a mediados de agosto; el mensaje se pospuso de último minuto porque "llegó información importante", dijeron en las oficinas del presidente electo.

En efecto. Mitre, una organización internacional experta en temas de aeronáutica, determinó que no era viable tener dos aeropuertos en la misma ciudad, ya que las rutas de los aviones eran logísticamente inmanejables y había alto riesgo de accidentes. Por otra parte, José Luis Luege, exdirector de la Comisión Nacional del Agua, alerta sobre los altísimos riesgos para la Ciudad de México por las inundaciones y hundimientos de suelo que provocaría el nuevo aeropuerto.

Pero López Obrador no cedió ante los técnicos y decidió hacer una consulta pública en octubre –antes de asumir el poder– para que "el pueblo decida; así no nos equivocamos", dijo.

El presidente electo tiene ya un historial de hacer consultas. Cuando fue jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, realizó varias con cuestionable éxito.

En 2001, México se sumó al cambio de horario de verano, pero AMLO no estaba de acuerdo con esta medida y se convocó a una consulta telefónica. Participaron 318.000 personas –en una ciudad de 8,5 millones de habitantes– de las cuales 75% votaron en contra y 25% a favor. AMLO emitió un decreto mediante el cual el horario de verano no aplicaría en el DF, pero al final lo obligaron a hacerlo. 

Durante dos días en diciembre de 2002 se llevó a cabo una consulta para determinar si López Obrador seguía como jefe de Gobierno. No se instalaron urnas o casillas, se abrió una línea telefónica para que la gente votara por el 'Sí' o por el 'No'. Según el gobierno, pues fungió también como organizador de la consulta, se recibieron 658.995 llamadas de apoyo y sólo 32.624 en contra; es decir, menos de 700.000 participantes para una ciudad de más de 7 millones de electores.

Realizó también consultas para subir el precio del transporte público y la construcción de los segundos pisos en el periférico. Todas las ganó, aunque en ninguna hubo una participación significativa ni un debate público a fondo.

Las responsabilidades de los políticos

Es real que muchos han dado argumentos –sobre todo desde la perspectiva ecológica o agropecuaria– en contra de la ubicación del nuevo aeropuerto; también es real que la Academia de Ingenieros de México le han dado el visto bueno, así como Mitre. Al mismo tiempo, no se cuentan con estudios que realmente avalen la opción de Santa Lucía, fuera de una visita de un grupo de "expertos mexicanos y chilenos" –todos anónimos– que tras una "inspección visual" le dieron el visto bueno. Los especialistas dicen que tomaría unos cinco meses hacer los estudios de viabilidad de ese segundo emplazamiento, pero la consulta está programada (sin fundamento legal, ni método, ni recursos establecidos) para octubre de este año.

Magda Coss, periodista, escritora y fundadora de la asociación civil 24-0 México.
Magda Coss, periodista, escritora y fundadora de la asociación civil 24-0 México.
"El pueblo es sabio, pero no es experto. Gobernar exige tomar decisiones que no siempre nos gustan y que pueden enojar al electorado, pero eso es gobernar. Es el arte de lo posible entre alternativas imposibles. Y el valor de la responsabilidad".

Así, en México, circula un meme que muestra aviones de juguete de los ochentas para niños de preescolar y dice que con ese conocimiento ya se está listo para la consulta sobre el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Así tal cual, los mexicanos y nuestros conocimientos de aeronáutica e ingeniería.

La población puede "ser sabia" pero eso no significa que sea técnicamente apta para entender la complejidad de este tema. Se eligen los gobiernos para que tomen decisiones, suponiendo que sabrán establecer los mecanismos para tomarlas correctamente, en beneficio de todos. Las consultas son adecuadas para temas de interés público que estén al alcance de la gente, pero escapar de la responsabilidad de la toma de decisiones técnicas, entregándoselas a una sociedad que difícilmente podrá evaluar la conveniencia de algo tan técnico como un aeropuerto, se antoja más como una fuga de la responsabilidad para la que fue electo.

El pueblo es sabio, pero no es experto. Gobernar exige tomar decisiones que no siempre nos gustan y que pueden enojar al electorado, pero eso es gobernar. Es el arte de lo posible entre alternativas imposibles. Y el valor de la responsabilidad. El próximo gobierno no solo debe decidir: debe asumir el precio de la decisión que tome. 

@magdacoss

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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