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¿Tienen futuro las villas argentinas?

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Las favelas, barrios pobres o villas miseria han sido siempre para los gobernantes un incómodo problema enclavado en medio de las grandes ciudades latinoamericanas.

Las favelas, barrios pobres o villas miseria han sido siempre para los gobernantes un incómodo problema enclavado en medio de las grandes ciudades latinoamericanas.

Durante décadas la única alternativa parecía el uso de excavadoras y la erradicación de sus habitantes hacia zonas suburbanas, pero la realidad mostró que la gente regresaba siempre al centro de la ciudad. Lejos de disminuir, la población de estos barrios ha seguido creciendo.

"Esta es una tierra muy costosa, muy valiosa para los grandes empresarios que quieren hacer cadenas hoteleras, bingos, la autopista iba a pasar por acá, y a la gente que iba a quedar debajo de la autopista la sacaron a toda. Se hizo un censo y ahí se llegó a los 12.000 habitantes. En los años 1994-1995 había 12.000 habitantes y hoy estamos en 50.000 habitantes, más o menos", dice Chacho Mendoza, vecino de Villa 31, en Buenos Aires.

Pero al igual que se está haciendo en otros países de la región, el actual Gobierno de la ciudad de Buenos Aires está intentando una nueva política: integrar la villa miseria a la ciudad, hermosear sus casas y sus calles, e incluso convertirla en un polo de atracción turística, con restaurantes que ofrezcan comidas típicas de las diferentes culturas que allí habitan.

Claro que no todos los vecinos comparten la idea. Algunos piensan que solo se está realizando una reforma estética sin abordar los problemas estructurales y legales del barrio.

"Al no tener título de propiedad, ¿para qué quiero que me pinten la casa? ¿Para qué quiero la casa? Yo quiero tener el título de propiedad, pagar gas, luz, agua, que este pedazo de tierra sea mío. Entonces yo quiero participar también, que el tesoro me cobre para tener la riqueza adentro. No quiero que me dé gratis. No quiero seguir siendo una persona de tercera. Nosotros somos directamente un 'don nadie'. No nos toman en cuenta", cuenta Jorge González, vecino de villa 31, Buenos Aires.

Las autoridades están evaluando la situación con un comité integrado por el Gobierno, los vecinos y la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Los representantes académicos coinciden en que las obras deben ser mucho más amplias e integrar verdaderamente a estos barrios a la ciudad.

"El proyecto comprende desde lo más básico, que son las calles, agua, cloacas, electricidad, y también algunos equipamientos públicos de jerarquía. En cuanto a la pintura, que son algunas acciones que saltan claramente a la vista, son unas acciones menores, de imagen, pero que no van todavía al fondo de la cuestión. No se está invirtiendo en infraestructura y provisión de servicios, que es lo que realmente modifica la vida de la gente", dice Javier Fernández Castro, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Pero los mismos expertos afirman que el proyecto tiene varias etapas y que solo está en sus comienzos.

Antiguamente se entendía a las favelas como una anomalía urbana, un fenómeno de emergencia que el progreso y el desarrollo iban a modificar. Ahora los especialistas comienzan a considerarlas como una parte constitutiva de la ciudad, una forma más de urbanizar.

Claro que para la integración plena de los barrios pobres aún queda mucho por andar. Todos esperan que esta reforma que comenzó por cuestiones estéticas continúe con todos los aspectos que suponen una mejoría en la calidad de vida.

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