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El café colombiano experimenta una crisis

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Colombia solía ser uno de los grandes productores de café, pero ahora el país incluso tiene que importarlo para cumplir con las cuotas de mercado. La crisis mundial aumentó los costos de producción y las plantaciones sufren de una plaga que azota los cultivos.

Colombia solía ser uno de los grandes productores de café, pero ahora el país incluso tiene que importarlo para cumplir con las cuotas de mercado. La crisis mundial aumentó los costos de producción y las plantaciones sufren de una plaga que azota los cultivos.

Últimamente los cultivadores de café colombiano, promocionado como el más suave del mundo, han padecido las adversidades propias de un monocultivo intenso.

Con el incremento de los costos de producción el sector perdió espacios de competitividad en el mercado externo debido a varias razones. Por ejemplo, el dólar ha perdido mucho poder frente al peso colombiano en los últimos dos años. La sumisión de los pequeños y medianos productores al comportamiento salvaje del mercado ha sido otro de los factores que condujo al empobrecimiento de muchas familias campesinas y al consiguiente abandono del cultivo del producto.

“La revaluación. El dólar ha perdido mucho poder frente al peso colombiano en los últimos dos años. Eso nos afecta tremendamente, porque somos un gremio netamente exportador. No hemos podido renovar la caficultora colombiana con variedades resistentes al flagelo de la roya. La caficultora colombiana todavía está en un 70% con variedades susceptibles a la roya. Y el país atraviesa por la peor ola invernal de los últimos cien años”, destaca Camilo Restrepo, ministro de Agricultura y Desarrollo Rural del país.

Colombia, el tercer productor de café del mundo, pasó de producir 17 millones de sacos, a comienzos de los noventa, a menos de la mitad el año anterior. Para cumplir con las cuotas, el país ahora incluso importa café.

Aldemar y Gilberto Cardona son campesinos provenientes de familias dedicadas al cultivo del café. Habitan en el Eje Cafetero colombiano, una región localizada en el centro del país.

“Venimos de los padres y los abuelos, y yo creo que hasta tatarabuelos. En el caso de nosotros, vamos aquí como por cuatro generaciones. No somos grandes caficultores, pero hemos tenido esa tradición, y no hemos salido de ahí”, dijo Aldemar Cardona, caficultor.

Mientras los cultivos para biocombustibles y la producción de coca crecieron un 40% en los últimos años, la escasez del café profundiza la crisis agraria del país. Producirlo es costoso, y la supervivencia de los pequeños agricultores se hace difícil.

Todo esto puede acarrear el aumento del riesgo de la concentración de la tierra, el desempleo en el campo y la miseria de la población. Solo la perseverancia de los caficultores como Aldemar entrega esperanzas a un cultivo que ha sido parte esencial de la economía y la cultura del país.

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