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NASA prueba en la población efectos de boom sónico de sus futuros aviones supersónicos comerciales

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El experimento durará dos semanas y está relacionado con los aviones X-59 QueSST que la agencia aeroespacial está desarrollando con el fabricante Lockheed Martin.
NASA prueba en la población efectos de boom sónico de sus futuros aviones supersónicos comerciales

Este lunes, la NASA comenzó a efectuar vuelos supersónicos que producen efectos de estampidos sónicos leves, informa el periódico Houston Chronicle.

El objetivo de estos vuelos —llevados a cabo cerca de la ciudad de Galveston (Texas, EE.UU.)— es ver cómo reacciona la población al ruido que producirá un nueva aeronave experimental de la NASA, la X-59 QueSST (Quiet SuperSonic Technology), que se prevé que pueda ser usada en la próxima década como un avión de pasajeros supersónico que reduciría los tiempos de vuelos comerciales a la mitad.

Estas pruebas son importantes para la NASA, ya que entre los argumentos clave de la Administración Federal de Aviación de EE.UU. para prohibir los vuelos supersónicos se encuentran el ruido excesivo que estos producen y las preocupaciones sobre cómo afectarían a las comunidades y a las infraestructuras en el terreno.

Si la agencia aeroespacial logra que sus aviones supersónicos generen niveles de ruido que sean tolerables para los habitantes de las zonas que sobrevuelen, eso haría acercaría más un futuro en el que pueda haber vuelos comerciales con aviones de este tipo.

Cazas que simulan explosión sónica leve

La NASA utiliza cazas polivalentes F/A-18 en sus experimentos, denominados Quiet Supersonic Flights 2018 (QSF18), que tendrán dos semanas de duración. 

Para generar una explosión sónica leve, los cazas toman una altura de unos 15.000 metros y luego descienden, creando un boom sónico regular que al alcanzar la superficie se percibe como un estruendo más suave. 

Mientras que los "estruendos leves" producidos por los F/A-18 no presentan riesgos de causar daños físicos a personas o estructuras, la NASA ha hallado que factores como las turbulencias atmosféricas y la humedad pueden influir en cómo ciertas áreas perciben el sonido.

El sonido que hace temblar las ventanas

Unos 500 residentes en Galveston participan en QSF18 como voluntarios. Su labor consiste en definir la potencia de los estampidos sónicos que escuchen. Además, la agencia aeroespacial operará varias estaciones de micrófonos en el área para medir el nivel de decibelios de cada estampido y comparar estos datos con las percepciones de los habitantes de la zona.

Houston Chronicle ha citado los testimonios que dos vecinos de Galveston escribieron en Facebook sobre el primer día de pruebas.

"Definitivamente, es mucho mejor que un estampido sónico tradicional, pero no me gustaría escucharlo todo el tiempo, como los vuelos aéreos comerciales regulares. Todavía hace que vibren las ventanas", publicó Jeff Daniels. Otro habitante de la zona, Jerry Baker, comentó que escuchó "un estampido fuerte" cerca de la playa y que "las ventanas temblaron ligeramente en esta vieja casa".

Los datos de respuesta pública que la NASA recopile serán proporcionados a la Administración Federal de Aviación para su uso en el desarrollo de nuevas reglas sobre posibles vuelos supersónicos de pasajeros.

X-59 QueSST

De momento, la compañía Lockheed Martin está trabajando con la NASA para desarrollar el avión X-59 QueSST con un diseño especial que haría que emita leves explosiones sónicas, lo que podría permitir el uso de aviones supersónicos para la aviación civil en un futuro.

El X-59 está diseñado para volar a 16,7 kilómetros de altura a una velocidad de aproximadamente 1.500 kilómetros por hora y emitir un sonido que se asemeja al "cierre de una puerta de un coche, 75 decibelios de nivel percibido (PLdB), en lugar de un boom sónico", según indica el sitio web del fabricante aeronáutico.

A partir del 2022, la NASA probará el X-59 haciéndolo volar sobre ciertas comunidades residenciales.

El pasado de los aviones supersónicos 

En caso de tener éxito, el X-59 QueSST no será la primera aeronave supersónica de la aviación civil.

En la década de 1960, Occidente y la Unión Soviética empezaron a desarrollar sendos aviones supersónicos de pasajeros. A pesar de que ambas aeronaves se desarrollaron en secreto, sus prototipos (el anglo-francés Concorde y el soviético Túpolev Tu-144) parecían hermanos gemelos.  

Sin embargo, estos modelos no fueron numerosos (se fabricaron solo 20 unidades del Concorde y todavía menos del Tu-144). El consumo de combustible del Concorde (alrededor de 25 toneladas en una hora) era demasiado alto, casi 10 veces mayor que el de los modernos Boeing 737 (que consume de 2,4 a 2,8 toneladas por hora). Por lo tanto, los precios de los billetes también eran más caros (un vuelo de Londres a Nueva York podía costar hasta 3.000 dólares). En resumen, los 'jets' comerciales supersónicos no resultaron rentables, y después de las catástrofes del Tu-144 en el Salón Aeronáutico de Le Bourget (1973) y cerca de la localidad rusa de Egórievskoye (1978) y de la caída de un Concorde en París, en 2000, los vuelos de estos aviones fueron suspendidos. 

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