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La historia del insólito muro 'a lo Trump' que Argentina construyó en su frontera con Paraguay

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En la ciudad de Posadas, provincia de Misiones, y al límite con el puente que une a ambos países, un extenso muro de piedra recibe a los extranjeros al pisar suelo argentino.
La historia del insólito muro 'a lo Trump' que Argentina construyó en su frontera con Paraguay

El primer recuerdo que Ramón Cardozo, de 42 años, tiene al cruzar con su camioneta el puente que une a su país, Paraguay, con la provincia de Misiones, al norte de Argentina, es el viento: el aire árido en su cara que entra por la ventanilla del vehículo, mientras un sol estival refleja destellos sobre las aguas del Río Paraná —punto fluvial que conecta a ambos países—, y adelante, como una espejismo que se revela tramo a tramo, entre arboladas verdes, la ciudad que visita cotidianamente: Posadas.

Pero desde el año 2015, y al día de hoy, la única imagen que el trabajador del rubro textil retiene cada vez que visita el suelo argentino es el "de una jaula": un muro de cinco metros de alto, y más de 1.300 metros de largo, recibe a los visitantes provenientes de Encarnación, ciudad paraguaya de lazos arraigados e históricos con su localidad limítrofe. 

En el año 2014, los habitantes de Posadas, miraban azorados cada vez que pasaban por la construcción que comenzó a levantarse sobre el ingreso aduanero con Paraguay, primero como una pequeña valla que se erigía desde el suelo, y luego, en 2016, como una muralla maciza y que encerró todo el paso fronterizo.

El muro se construyó bajo el gobierno de la ex presidenta, Cristina Kirchner, y por intermedio de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), un organismo bilateral creado en 1958 entre Argentina y Paraguay, con el fin de llevar adelante la construcción y mantenimiento de obras hidráulicas en el Río Paraná. 

Por aquel entonces, su ejecutivo era el argentino y arquitecto Oscar Thomas, detenido en 2018 por la Justicia del país tras comprobarse su implicación en la causa conocida como 'los cuadernos de la corrupción', que investiga el presunto manejo irregular y el desvío de fondos por contratos de licitación entre el Estado y el sector privado. 

Los argumentos para su construcción, tanto por parte del gobierno provincial de Misiones, como el nacional (y con un costo de 15 millones de dólares), se sostuvieron en dos premisas: un mayor control migratorio de personas y un endurecimiento de las políticas para la lucha contra el narcotráfico.

'El muro de la vergüenza'

"¿Por qué entonces nosotros, los paraguayos, no levantamos un muro en Encarnación para cada vez que llegan los argentinos? ¿o acaso no hay delincuentes en su país? Ese muro es una vergüenza y un insulto para nuestra comunidad", dice tajante Ramón Cardozo, a un costado del muro, en la zona sur de Posadas y bajo un sol frenético de febrero. Cardozo cruza la frontera una vez por semana para atender un negocio textil familiar y recuerda cuando hace años, en vez de la muralla, se podía alcanzar a ver, desde la mitad del puente, todo el verde de la costanera misionera.

También admite, en una voz ronca, que aunque a muchos en su ciudad, Encarnación, no les interesa el tema, es un modo de discriminar: "La relación de los dos lados es demasiado importante como para hacer algo así. El intercambio comercial y sentimental es permanente. Compartimos hasta familias", asegura.

En el año 2016, dos sectores, uno por cada país, decidieron unirse para protestar en contra de la medida e idear un plan conjunto para realizar algún tipo de intervención sobre el muro. 

En ese año, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), junto a dirigentes de la Central Unitaria de Trabajadores Auténtica de Paraguay (CUT A), se reunieron en un plenario de Posadas y denunciaron las trabas para la libre circulación de personas que dificultaba la integración de ambas comunidades, además del carácter estigmatizante de la construcción. Aquel día, se barajó por primera vez una idea que daría frutos: derribar una parte de la construcción.

Adolfo Aguirre, Secretario de Relaciones Internacionales de la CTA, y participe de aquel plenario, asegura que la obra fue un acto burdo de corrupción en la obra pública.

"Es un delirio, atenta contra la integración latinoamericana y es, además, un monumento a la corrupción porque costó una fortuna hacerlo y no sirve para nada. Está además demostrado que no bajan los índices de narcotráfico con una pared. Nosotros creemos en la libre circulación de las personas, un derecho fundamental de nuestra Constitución. Por eso decidimos juntarnos aquella vez con nuestros hermanos paraguayos y luchar juntos", recuerda hoy Aguirre en diálogo con este medio.

"Es una medida xenófoba contra el pueblo paraguayo y también con los posadeños, que dificulta su paso cada vez que vuelven de nuestro país. Es un atropello y una locura que hayan levantado un muro entre dos ciudades hermanas y con tantos lazos, desde lo comercial a lo familiar", explica Bernardo Rojas, presidente de la CUT A de Paraguay.

Asimismo, en dicho encuentro, se resolvió llevar el repudio contra a la Cumbre de Presidentes del Mercosur que tuvo lugar en Encarnación, en ese mismo año, y donde se promovió una declaración de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS), también en ese sentido.

En 2017, luego de varias protestas y reclamos que incluían cortes de calle en el acceso lindero a la obra, se logró que el gobierno provincial de Misiones derribase un tramo de su extensión, de unos ocho metros, para construir una abertura que facilitase el ingreso de los autos (y no el de los peatones) que precisaran cruzar el puente. 

La relación de las ciudades

Desde la construcción del puente internacional 'San Roque González de Santa Cruz', en 1973, hecho por la Entidad Binacional Yacyretá, la relación comercial se profundizó entre ambas ciudades, tanto que en esa obra también se erigió el proyecto de un tren que hoy conecta a Encarnación y Posadas. Desde pequeños vendedores ambulantes, hasta empresas radicadas en los dos lados, los territorios hilvanaron lazos arraigados y un continuo flujo migratorio, que al día de hoy continúan, con la salvedad de un muro de por medio. 

Misiones se caracteriza como provincia fronteriza porque sus límites lindan casi en un 96 % con Paraguay y Brasil. De este modo, su composición poblacional, además de distinguirse por las diferentes oleadas de inmigraciones europeas y asiáticas (que se produjeron en diferentes décadas), se ve entremezclada con migrantes paraguayos y brasileños asentados en el territorio y otros en un permanente estado de tránsito.  

Dada las últimas políticas inflacionarias en Argentina, impulsadas por el gobierno de Mauricio Macri, el número de misioneros que viajan a Paraguay durante el fin de semana aumentó en un 20% el año pasado comparado con el 2017, según datos oficiales. Además de una canasta básica de alimentos más económica, una de las principales razones de los argentinos para cruzar la frontera es el valor del combustible, que en el país tuvo aumentó del 67,2% desde el año pasado. 

Facundo Lo Duca

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