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El Vaticano y delitos sexuales, ¿por qué y hasta cuándo?

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Las víctimas de abusos sexuales exigen el castigo de los culpables y sus encubridores, así como la transparencia de los procesos internos de la Iglesia, apuntando a la falta de pasos concretos de la Santa Sede.
El Vaticano y delitos sexuales, ¿por qué y hasta cuándo?

La semana pasada terminó en el Vaticano la 'cumbre antipederastia', un histórico encuentro que reunió a los presidentes de todas las Conferencias Episcopales del mundo para abordar el grave problema de los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos. La reunión duró tres días y se convirtió en el primer evento de este tipo organizado por la Iglesia católica.

La reunión concluyó con un discurso muy general del papa Francisco, quien insistió en la necesidad de llevar ante la justicia "a cualquiera que haya cometido tales crímenes". Sin embargo, muchas víctimas de abusos se indignaron por la falta de propuestas más concretas y por el hecho de que las decisiones de tomar o no medidas queden en manos de las autoridades eclesiásticas locales. 

No es un problema nuevo

"El problema en sí no es nuevo, en el siglo XI ya se escribió sobre la sodomía en el seno del clero", opina el especialista en estudios religiosos e investigador asociado del Instituto de Filosofía de la Academia rusa de Ciencias, Alexéi Zýgmont. El tema de los abusos sexuales contra menores, a su vez, se destapó a finales de la década de 1980, cuando los medios empezaron a informar sobre casos ocurridos en Canadá, Estados Unidos y Australia, y luego en Europa y América Latina.

Las principales dificultades para responsabilizar a los agresores siempre han sido el silencio de la propia víctima por miedo o vergüenza y el hecho de que los obispos encubren los crímenes de los sacerdotes. En su discurso en la reunión de la semana pasada, el cardenal alemán Reinhard Marx declaró que en varios casos el Vaticano ni siquiera inició investigaciones sobre casos de violencia sexual, o incluso destruyó documentos al respecto.

¿Quiénes son las víctimas?

Alexéi Zýgmont relató que en aproximadamente la mitad de los casos los abusos sexuales en la Iglesia corresponden a efebofilia, es decir, acciones dirigidas contra adolescentes entre 11 y 15 años de edad. Los delitos van desde comportamientos inaceptables hasta violaciones sistemáticas. Los clérigos a menudo aprovechan la situación recurriendo a su autoridad espiritual.

Los casos de abusos contra adultos son mucho menos conocidos. En un 50% de las situaciones, estos fueron actos aislados de violencia. Alrededor de tres cuartas partes de las víctimas son hombres. No obstante, el acoso de monjas por parte de sacerdotes empezó a discutirse recientemente a raíz de un escándalo que se convirtió en el primer caso de este tipo reconocido por el papa Francisco.

Medidas del papa Francisco 

El experto asegura que en cuanto a iniciativas concretas, el papa Francisco ha hecho más que sus predecesores Benedicto XVI y Juan Pablo II. En 2013 creó la comisión papal para la protección de menores, que, además de clérigos, incluye a eruditos seculares. En 2016, el papa emitió un mensaje apostólico que simplificó la renuncia de los obispos que escondan casos de violencia sexual y reforzó su responsabilidad ante las autoridades de la Iglesia. 

Además, Francisco ha expulsado de la Iglesia a un número sin precedentes de obispos, como los 34 obispos chilenos que presentaron su renuncia después del escándalo que tuvo lugar en Chile en 2018, recoge Zýgmont.

Poco antes de la 'cumbre antipederastia', fue también expulsado del sacerdocio Theodore McCarrick —excardenal y arzobispo emérito de Washington (EE.UU.)—, declarado culpable por pedofilia con el agravante de abusos de poder por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Esta semana, el cardenal australiano George Pell, importante asesor financiero del papa Francisco, fue declarado culpable de cinco cargos de abuso sexual por un jurado de Melbourne, Australia, y podría enfrentar una pena máxima de 50 años de prisión.

Origen del problema

Entre los expertos no hay consenso acerca de por qué los clérigos católicos cometen delitos sexuales. Un informe de la Universidad John Jay, donde se investigan casos de abusos ocurridos entre los años 1950 y 2002, establece que los delitos de los sacerdotes no están vinculados a la homosexualidad o a una tendencia a la pedofilia; asimismo, concluye que son "delitos de oportunidad", es decir, que no fueron planificados de antemano.

Teniendo en cuenta la escala del problema, no es de extrañar que se hayan realizado varios estudios que se centran en las razones por las cuales tantos sacerdotes están implicados en casos de abuso infantil. Una de las versiones más comunes de las que se barajan desde hace años es la que relaciona el problema del abuso infantil con el celibato sacerdotal católico, adoptado por la Santa Sede en el Segundo Concilio Lateranense en 1139. 

En 2014, incluso los representantes de la Iglesia católica en Australia vincularon por primera vez el celibato de los sacerdotes con los abusos sexuales de menores en un informe del Consejo de Justicia y Sanación de la Iglesia, que admitía que "el celibato obligatorio ha podido contribuir al abuso en algunas circunstancias".

Posibles soluciones

En agosto de 2018, y ante simultáneas investigaciones de integrantes de la Iglesia católica denunciados por pedofilia, el sumo pontífice pidió perdón a través de una carta pública y reconoció abiertamente la culpa de toda la comunidad eclesiástica por los crímenes cometidos.

Luego de las disculpas, distintas organizaciones —como Ending Clergy Abuse (ECA)— exigieron al papa Francisco que permitiera el acceso a los archivos clasificados del Vaticano, con el objetivo de revelar la identidad de los encubridores de cada caso y los procedimientos tomados ante las múltiples denuncias. Algo que, a día de hoy, aún no está permitido.

Según Alexéi Zýgmont, el problema no podrá resolverse a corto plazo porque "su escala es demasiado grande y las instituciones de la Iglesia están adaptadas para tolerar la situación actual, no para luchar contra ella".

Las víctimas exigen el castigo de los culpables y sus encubridores, así como la transparencia de los procesos internos de la Iglesia. Tras la histórica cumbre, el sumo pontífice presentó 21 "puntos para la reflexión", que incluyen cuestiones de carácter terminológico, organizativo, procesal e informativo.

Entre las medidas más importantes figura la notificación de las autoridades seculares sobre los casos y la creación de líneas directas para aquellas personas que deseen denunciar el abuso sexual por parte de un clérigo. Sin embargo, de momento no se puede confiar en que esto comporte que todas las medidas se pongan en práctica.

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