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¿Tienen ganas los venezolanos de ir al teatro? Las salas llenas dicen que sí

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El Festival Internacional de Teatro de Caracas llega este año en medio de una situación particular y delicada que no ha impedido que el público colme los teatros y los espacios públicos
¿Tienen ganas los venezolanos de ir al teatro? Las salas llenas dicen que sí

Ver la cotidianidad reflejada en carcajadas altisonantes que llenan una sala de teatro adquiere otro significado si esa obra se presenta en Caracas.

En medio de un ambiente aún tenso, signado por los recientes apagones, la intermitencia de los servicios públicos, el cerco cada vez más estrecho de las sanciones y la hiperinflación, cuesta creer que las salas de los teatros venezolanos y de los espacios públicos estén repletos durante el VIII Festival Internacional de Teatro de Caracas.

El pasado viernes 12 de abril, un día después de que en Venezuela se conmemorara el 17 aniversario del golpe de Estado contra Hugo Chávez, comenzó este encuentro teatral que contempla 400 actividades entre salas de teatro, espacios abiertos, comunidades populares, escuelas y hospitales en el Distrito Capital y los estados Miranda, Vargas, Cojedes, Falcón y Zulia.

"Luchar contra la desesperanza"

Francis Rivas, de la parroquia popular de La Vega, llegó hasta el Teatro Municipal, en el centro de Caracas. A la salida de la pieza venezolana 'El Popol Vuh', explica que es la primera vez que entra al edificio inaugurado a finales del siglo XIX para ver una obra. "Justo pensaba dentro del teatro sobre la razón para haber venido", afirma Rivas, y agrega que estar allí en un "momento tan crítico" es "luchar contra la desesperanza".

"Hacemos cosas maravillosas, a pesar de estar asediados. Estamos en una lucha por mantener la paz", dice mientras su esposo Ángel Díaz asiente, que agrega que la experiencia lo llenó de  tranquilidad y armonía. "Me desconecté de todo, me transporté a otros lugares".

En este encuentro, que termina el 21 de abril, Venezuela ofrece casi 50 obras y participan Argentina, Chile, Colombia, España y Cuba como países invitados, el acento también se ha puesto en la programación dirigida a las comunidades, por lo que las artes escénicas y el circo han salido de los espacios cerrados para llegar hasta los barrios más apartados.

Un Quijote colombiano en Caracas

José Alonso Mejía, director de 'Quijote. El espejo del hombre', recuerda la reacción de sus conocidos al contarles que vendría a presentar su obra en Caracas. "Nos hicieron muchas advertencias, nos preguntaron a qué íbamos a ir a Venezuela si estaba hecha un caos", expresa el también director del grupo 'Tropa Teatro'.

"Los medios de comunicación atomizan el pensamiento de la gente, y entonces creo que afuera atomizados de lo que sucede aquí", agregó. 

Cuenta que hizo "caso omiso" de las recomendaciones. "No vinimos a traer comida, vinimos a traer arte, que es fundamental para el alma de los seres humanos".

Incentivos para reírse

Mejía afirma que no ha visto manifestaciones callejeras ni "ningún arrebato", que ha sentido algo de "tensión" y detectado "cierta tristeza general". "Cuando esto sucede, el arte viene a hacer su cometido porque no es que la gente no tenga ganas de reírse, sino que necesita de incentivos para hacerlo".

Luego de su primera presentación en la sala José Félix Ribas, en el Teatro Teresa Carreño, el más importante de Venezuela, opina que "el público es maravilloso". Las quijotadas acompañadas con música de un 'Caballero de la triste figura' con acento colombiano generaron minutos de ovaciones y un lleno total.

"El Quijote tiene ideas y pasajes que son fundamentales, independientemente del país, de la situación política", agrega el fundador del grupo teatral. 

En los últimos meses, la tensión entre los gobiernos de ambos países se ha incrementado tras el desconocimiento de Nicolás Maduro como presidente por parte de su homólogo Iván Duque, de denuncias hechas por Venezuela de su participación en planes desestabilizadores y del cierre parcial de la frontera tras el intento fallido por ingresar 'ayuda humanitaria' desde Cúcuta, el pasado 23 de febrero.

"Vernos en el espejo"

Rodolfo Porras, director y productor teatral venezolano, explica que este es el "momento más idóneo" para hacer y ver teatro. "Que la gente venga masivamente y aplauda, es una forma de combatir la guerra". 

En su opinión, las artes escénicas son "una manera de vernos con un poco más de distancia, a través del espejo de lo que somos".

Valentina Salazar es estudiante de Ingeniería Electrónica y habita en parroquia popular de Antímano. Considera que, por vivir "momentos difíciles", no se deben dejar de "mirar otras cosas" y "liberar la mente para afrontar de mejor manera todo esto que está sucediendo".

Para esta joven el teatro es un lugar de encuentro donde no hay distinto político, sexual ni religioso. 

Actuar en las comunidades

Para el reconocido dramaturgo inglés Peter Brook, en su libro 'Espacio vacío', "en el teatro, la verdad está siempre en movimiento", por lo que para sentirlo en Caracas, habría también que salir de las salas cerradas, subir los cerros y encontrarlo en los barrios periféricos.

Esta opción la contempla el festival, cuyos actores, miembros de 14 agrupaciones, se han trasladado a 33 urbanismos de interés social, 21 barrios, 16 escuelas, tres casas de abrigo y ocho hospitales. 

Manuel Luy, del Consejo Comunal Altos de Lídice La Redoma, cuenta que el sábado pasado hubo una función de circo y actividades recreativas en la Comuna Bosque de Lídice, una zona humilde y escarpada del norte de la capital donde participaron unos 60 niños y adolescentes de ese barrio.

Explica que los muchachos se divirtieron, con el telón de fondo de las experiencias recientes de los apagones ocurridos y la crisis económica. "No te creas, a ellos les impacta psicológicamente", agrega, y relata que en medio de la obra venezolana 'La ratoncita presumida', el personaje principal se encuentra una moneda de oro. "Cuando el cuentacuentos les preguntó a los niños que harían si les ocurriera lo mismo, uno de ellos dijo que compraría harina de maíz para hacer arepas".

"Son niños, corren, saltan, juegan, pero saben que algo está pasando", expresa.

En este sector, donde viven unas 2.000 familias, la comunidad se organiza para repartir las cajas de alimentos subsidiadas y para afrontar la falla del suministro de agua a través de tanques de agua financiados por el Gobierno. Además, han sembrado en sus parcelas con anterioridad.

"Los adultos, incluyéndome, nos reíamos con los cirqueros. La gente busca un escape, entretenerse de alguna manera, más allá de las redes y la televisión".

Nathali Gómez

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