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Opinión

Diálogos (casi) surrealistas (Primera parte)

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Diálogos (casi) surrealistas (Primera parte)

Hablaremos aquí de algunas alternativas estratégicas –más bien forzosas, en todo caso- que puede implementar quien vive en un país cuya lengua no domina para hacer menos difícil y ardua su existencia.

Una de ellas es tratar de evitar hasta donde le sea posible lo que podríamos llamar con justicia 'el bochorno de la ignorancia'.
Esto, amigos y amigas, tiene su 'momentum' dramático cuando usted –es decir, prototipo de humanoide recién llegado de tierras ignotas- debe enfrentarse verbalmente a un residente local y:

a)    Tratar de entender lo que le dice, y
b)    Tratar de responder algo coherente a lo que le dice.

Y usted no sabe casi nada del lenguaje autóctono.



Entonces, entra en un ataque de pánico escénico digno de la más apoteósica de las ensoñaciones kafkianas. Ante tal imprevisto desafío, su respuesta tiene un 0% o, a lo más, un 0,1% de eficacia. De su boca sale uno que otro sonido articulado vinculado de modo casi aleatorio con alguna palabra (erradamente) aprendida. Algo del tipo: 'Achiuuuuuuuts' que bien podría acercarse a un tosido perruno o, si las cosas salen aún peor, un sonido francamente gutural.

¿Y qué pasa con su contraparte? Si su interlocutor no lo mira con temor u espanto, lo hará con una expresión de franca conmiseración. "Ay, pobrecito usted". Por su parte, es probable que usted ponga pies en polvorosa o –aún más indigno- empiece a caminar cual pingüino herido y sus reflexiones sean del tipo 'Objeción denegada' del programa infantil '31 minutos': "Pero todos se reían de mí/ porque hablo como idiota".

Cuando eso sucede, quien protagoniza la acción –vale decir, 'Mr. o Miss. Foreign'- busca paliativos para 'reducir el riesgo' a niveles aceptables. Que eso sea valeroso o heroico ya es otro cuento. La vida, generalmente, se rige por ambiciones o expectativas bastante risibles o incluso pueblerinas, paganas: por algo los héroes se cuentan con las manos, ¿no? Si todos fuéramos héroes… la mediocridad de la vida sería intolerable y el aburrimiento de fábula. El mundo se divide entre los audaces y aguerridos… y todos nosotros, el resto de la fauna humana. Así son las cosas. No hay más: lo demás es tan sincero como ducha de quinceañero antes de salir a seducir chicas en el auto de 'papi'. Espejismo. Oasis. Falacia pura y dura.



Nos estábamos refiriendo a los 'riesgos'.

En el ámbito comunicacional, el más recurrente es hacer un papelón soberano y de carácter público. Para esquivarlo, el sujeto experimental no encuentra nada mejor que bloquearse, impedir el ataque sorpresivo… y pone todos los peones a defender la fortaleza. ¿Cómo? Encerrándose en un mutismo autista francamente psicótico: ni Jack Nicholson al fin de 'Atrapado sin salida' daría cuenta de semejante introversión forzosa. "El que calla, otorga", reza el dicho. Pues bien, aquí lo que se otorga… es que usted está perdiendo súbitamente el don de la palabra y ya no puede comunicarse con sus congéneres. Un silencio glacial se desplaza segundo a segundo por el istmo que une su mente y expresión.

Este enmudecimiento tiene un complemento sorpresivo por su banalidad: un afán angustioso por acaparar y acaparar productos, mercancías y elementos de subsistencia cotidiana… a nivel de 'Liquidación del Último Día del Sistema Planetario Todo'. ¡Cómo compra usted, Dios mío! ¡Qué manera de gastarse el dinero de manera inconsciente y brutal! ¡A comprar, a comprar que el mundo se puede acabar!




¿Responde esto a un simple –y a veces no tan pecaminoso- afán consumista? No, es más que eso. Este acaparamiento maniaco es tan lógico como el movimiento reflejo de su pierna cuando el amigo 'doc.' le golpea con un martillo la rodilla… ¿Porqué usted se ha puesto a comprar como enajenado y como equipándose para una guerra post-post-post-post nuclear? Elemental: su cerebro se niega a ampararle para que siga haciendo el ridículo cada vez que se va de compras. "¡No más chascarros mercantiles, muy señor mío! Mejor vaya y cómprese el supermercado todo y no salga en años… ¿No ve que está siendo el chiste de toda la población de este país? ¡Hasta un niño de 5 años habla mejor que usted!".

(Vea aquí los comentarios:

"¡Estás exagerando, chavalito!"

"¡Manso mambo, compadre!"

"¡Cómo le pone candela este pana!"

"¿De cuál se fumó, socio?"

"¡Ni George Lucas se manda una igual!"

"Así queda demostrada la conspiración XZV237 contra la raza terráquea…"


Etc.

Siendo previsor, es posible esperar críticas de cualquier naturaleza. En este caso, cosas del tipo: que uno "le pone mucho". Que "en cualquier país las cosas son difíciles para el extranjero". Que "hay que ser más estoico y enfrentar los problemas de la vida tal como son". Que "te pasas todo el tiempo haciéndote la víctima". Que "tu rollo no me parece nada gracioso, amigo").

En fin, dejamos hasta aquí este posteo. Esta historia continuará. Espero poder ejemplificar bien en la segunda parte las ideas expresadas en el presente texto respecto al 'mutismo forzoso' y la 'compra angustiosa de productos comerciales' por parte de un ciudadano extranjero en un país de lengua desconocida… con el fin de evitarse el complejo trance de lo que denominé como 'el bochorno de la ignorancia'.

"C'est la vie": eso es todo.

Que tengan una semana excelente.

Y perdón por la lata.

PD: ¿Por qué "Diálogo 'málenki-surrealista'"? Sépanlo en la próxima entrega.





 

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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