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Un experimento varía la percepción del tamaño del mundo

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Los neurofisiólogos del Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia, consiguieron que los voluntarios de un experimento percibieran que su cuerpo cambiaba de tamaño, como si se tratara de las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll. Los especialistas publicaron el informe
Un experimento varía la percepción del tamaño del mundo

Los neurofisiólogos del Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia, consiguieron que los voluntarios de un experimento percibieran que su cuerpo cambiaba de tamaño, como si se tratara de las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll. Los especialistas publicaron el informe de sus experimentos en la revista PloS ONE.

En el marco del experimento, los investigadores pedían a los voluntarios que se echaran de espaldas y se pusieran un casco de visualización. Al lado de los voluntarios se colocaba un maniquí y sobre esta figura artificial instalaban dos cámaras que transmitían una imagen tridimensional a los ojos de los participantes, que veían las piernas del maniquí en el lugar en el que se encontrarían sus propias extremidades.

Los científicos reforzaban el efecto de sustituci­ón tocando con una varita la pierna de la persona, lo que esta persona no podía ver, y simultáneamente, con otra varita, el mismo punto en la pierna del maniquí, lo que el voluntario podía observar a través de su casco.

Este ‘engaño psicológico’ fue la continuación de otros experimentos, en los que se imitaba la sensación de una ‘salida extracorpórea’ e incluso de un ‘cambio de cuerpos’ con los maniquíes y con personas. En aquellas ocasiones los científicos mostraron que nuestra sensación de estar dentro de nuestro cuerpo depende de la interpretación de las señales visuales y auditivas que recibimos desde el exterior y puede ser desviada con la ayuda de medios técnicos.

Esta vez los investigadores suecos comprobaron el efecto de sentir el cuerpo del maniquí como el propio cuerpo. Así, cuando los asistentes pasaban un cuchillo por la pierna de la muñeca, el voluntario empezaba a transpirar.

Pero luego los científicos fueron más allá, al cambiar los maniquíes por unos idénticos, pero de tamaño disminuido o aumentado, sin avisar a los participantes del experimento. Utilizaron muñecas de cuatro metros de altura, así como de 80 o 30 centímetros. Los voluntarios, observando ‘sus’ piernas gigantescas o liliputienses, podían sentir como si hubieran crecido o disminuido.

Pero el efecto del experimento fue aún más extraño. A los voluntarios les pareció que el mundo a su alrededor también había alterado sus dimensiones habituales. De acuerdo con el tamaño de las piernas del maniquí, la sala donde se estaba realizando el experimento les parecía grande o pequeña y las personas registradas por las cámaras se veían gigantes o enanas.

El efecto psicológico de esta percepción alterada fue bastante “extraño”, confesó uno de los autores del estudio, H. Henrik Ehrsson, quien también participó en calidad de voluntario. Otro experimentador, Björn van der Hoort, explicó que esta ilusión es parecida a la impresión de que los antiguos juguetes de la niñez, encontrados ya siendo adulto, deberían ser más grandes de lo que son en realidad.

Los neurofisólogos realizaron este experimento para comprobar cómo percibe el cerebro humano las dimensiones y las distancias en el mundo exterior. Se cree que las señales visuales son clave para una correcta orientación, pero no menos importancia tiene el tamaño de nuestro cuerpo, que nos sirve como un elemento de medición.

Esta hipótesis pudo confirmarse con éxito. Si las piernas del maniquí que el voluntario percibía como las suyas eran pequeñas, le parecía que los objetos a su alrededor eran grandes y al contrario. En el marco del experimento, los investigadores indicaban un objeto al voluntario (por ejemplo, una silla) y le pedían que estimara la distancia entre sí mismo y ese objeto. Y luego le pedían que se levantara y caminara hacia el objeto con los ojos cerrados. Los participantes que habían observado en su dispositivo piernas pequeñas, caminaban una distancia mayor de la real y aquellos con piernas grandes daban sólo unos cuantos pasos que les parecían suficientes para alcanzar el objeto.

Las conclusiones, según las cuales el tamaño de nuestro cuerpo determina nuestra manera de percibir el mundo y el espacio, podrían ser útiles para crear una ilusión de 'trasplante mental' de la persona a un cuerpo mucho mayor o menor que el natural, por ejemplo, para controlar máquinas gigantescas para tareas pesadas o dispositivos microscópicos, que se utilicen en investigaciones médicas o en operaciones quirúrgicas. 

En sus futuros experimentos, los científicos suecos planean utilizar el escaneo del cerebro para entender qué pasa cuando el sujeto encuentra su cuerpo muy pequeño o muy grande. Se supone que las zonas del cerebro que reciben señales visuales, se activarán en el momento de tratar de entender cómo puede adaptarse a las nuevas dimensiones.

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