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Fincas de la provincia rusa de Penza subsistirán con o sin apoyo estatal

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La provincia rusa de Penza cuenta con varias notabilidades y monumentos arquitectónicos. Para conservar unos para las generaciones venideras, pese a la deficiente financiación federal, los propios vecinos de las localidades históricas llevan a cabo los trabajos de restauración.
Fincas de la provincia rusa de Penza subsistirán con o sin apoyo estatal

La provincia rusa de Penza cuenta con varias notabilidades y monumentos arquitectónicos. Para conservar unos para las generaciones venideras, pese a la deficiente financiación federal, los propios vecinos de las localidades históricas llevan a cabo los trabajos de restauración.

Entre los proyectos más destacados se encuentran una finca del siglo XIX y la residencia de un famoso poeta ruso Mijaíl Lérmontov.

Un pueblo, Kurákino, lleva actualmente el nombre de los dueños de la finca a partir del 1700, los príncipes Kurákin. En su apogeo, a comienzos del siglo XIX, la noble dinastía convirtió estos lugares en un centro cultural autosuficiente para el beneficio de una persona: el denominado 'príncipe de los diamantes', Alexánder Kurakin. Después, durante la época soviética sirvió como almacén y manicomio, y luego cayó en el olvido.

Los habitantes y las autoridades de Kurákino decidieron luchar contra lo casi inevitable. Fueron casa por casa para recolectar donaciones y comenzaron a reconstruir paulatinamente la edificación empezando con la capilla del cementerio.

“No somos restauradores profesionales y tenemos poco dinero para los materiales”, confiesa el alcalde de Kurákino, Alexéi Kurbatov. “Hacemos sólo lo que podemos. Pero no queremos parecer malcriados que no entienden dónde viven. Queremos honorar a nuestros ancestros”.

A juicio de Larisa Rasskázova, jefa del Museo de Penza, “no se puede convertir todas esas fincas en museos, porque perdería su estilo propio”. “Pero por otro lado —agrega—, si todos esos edificios siguen en la misma situación, simplemente desaparecerán”.

Al tiempo que esta labor de reconstrucción no goza del apoyo gubernamental o  patrocinadores particulares, otro lugar destacado de la provincia se encuentra en una situación completamente diferente. El solar Tarjany es la residencia modesta que en los tiempos de los zares fue el hogar de una de las figuras más legendarias de toda la historia, y especialmente de la literatura de Rusia: Mijaíl Lérmontov. Humanista, poeta y novelista romántico, murió en un duelo a la edad de 27 años. Una parte de sus obras la creó aquí y aquí es donde yacen sus restos.

“El Gobierno reconoció el significado histórico de este lugar”, dice Nadezhda Potápova, vice directora del museo de Tarjany. “Estamos muy contentos. Durante los últimos años el museo ha prosperado bastante”.

Actualmente la finca da trabajo a 200 personas de los pueblos aledaños que trabajan en su mantenimiento, como se hacía en el siglo XIX. Los descendientes de los empleados de aquella época visten el mismo atuendo que sus antepasados. Mientras el número de visitantes siga creciendo, la finca podrá autofinanciarse por su cuenta. El financiamiento, obviamente, es muy importante, pero aún más importante es el deseo de los vecinos de honrar su historia. Y mientras un pueblo respete y guarde su pasado, es una señal clara de que tendrá un futuro.

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