Los campesinos indios, entre la azada y la pared

Las malas cosechas y el endeudamiento han echo crecer el número de suicidios entre los campesinos de la India, un país con más de un 60% de población rural. Aunque las autoridades indias anuncian planes de inversiones millonarias en el sector, muchos creen que son promesas hueras.

La escasez de lluvias monzónicas y las graves sequías de los últimos años han echado a perder los arrozales, privando a los agricultores locales de la cosecha y, en consecuencia, de sustento. Para miles de ellos, la única salida ha sido el suicidio.

El marido de Ramalaxmi fue uno de los campesinos que se quitó la vida, desesperado por las malas cosechas y las enormes deudas que arrastraba. La mujer no sabe qué futuro le espera."Alguien tiene que ayudarnos”, se lamenta la viuda.

El Gobierno indio prometió entregar paquetes de ayuda de millones de dólares a los agricultores afectados, pero muchos afirman que los campesinos están siendo ignorados.

Según un miembro de la asociación de agricultores, el Gobierno está descuidando el sector. Asegura que la ausencia de préstamos estatales cruciales para los campesinos “obliga a los agricultores a golpear las puertas de los prestamistas”.

Quienes se niegan a darse por vencidos piden enormes préstamos para excavar pozos. Pero a menudo sus esfuerzos son vanos. "Perdemos dinero cavando estos pozos, pero sobrevivimos porque estamos decididos a no quitarnos la vida. Nosotros los agricultores llevamos una vida muy triste", confiesa Gattanna Swami.

A medida que desciende el nivel freático (agua subterránea) estos pozos quedan inutilizados, pero para cuando eso ocurre ya han dejado un profundo agujero en los bolsillos de los granjeros.

Los bancos estatales dieron la espalda a quienes no podían pagar sus deudas, y los prestamistas exigen tasas de interés desorbitadas y no aceptan un 'no' por respuesta.

Según los agricultores, los prestamistas llegan incluso a las casas particulares y exigen que les devuelvan sumas enormes. Y no parece que los planes del gobierno sean algo más que promesas vacías, ya que el número de suicidios de los agricultores endeudados crece de manera epidémica.

Tras de sí quedan las viudas, los huérfanos, las deudas y las tierras, difíciles de labrar sólo con manos femeninas.