El asombroso rescate del 'Robinson del Mar Blanco'
Un asombroso rescate tuvo lugar en el Océano Glacial Ártico. Un joven ruso pasó 17 días en una isla desierta sin comida ni agua. Para protegerse de la intemperie se hizo un refugio excavando en la tierra.
Serguéi Gániushev, oriundo de la ciudad rusa de Arjánguelsk, que se encuentra en el noroeste de Rusia, pasó más de dos semanas sin comida ni agua en una isla deshabitada en medio del mar, hasta ser encontrado por pura casualidad. Quizás el episodio recuerde a la aventura de Robinson Crusoe. Pero con una notable diferencia: el islote se ubica en las gélidas aguas del Océano Glacial Ártico.
Serguéi contó que estaba viajando en una barca cuando empezó una tormenta. La lancha volcó y se estrelló en las rocas y él llegó nadando a esta isla. Hasta que fue encontrado, se alimentaba de las algas que las aguas del mar arrastraban a la costa y bebía agua de lluvia.
Dormía en una especie de guarida que él mismo se construyó. Los primeros diez días estuvo vigilando si pasaba por allí algún barco o lancha que lo pudiera rescatar, pero los últimos tres días dejó de hacerlo, abandonándose a la idea de que moriría allí. Perdió la esperanza.
Los médicos aseguran que a pesar de que físicamente Serguéi salió prácticamente ileso de este episodio, ahora debe enfrentarse a varios traumas psicológicos. Los socorristas dicen que el joven presenta síntomas de hipotermia y de desnutrición, pero tuvo mucha suerte de lograr sobrevivir. Psicológicamente estaba muy mal, a punto de suicidarse. Ahora los médicos harán todo lo posible para que regrese a la normalidad.
El día de su hallazgo podría considerarse como el de su segundo nacimiento, porque por una extraña coincidencia, los equipos de rescate estaban sobrevolando el territorio en busca de un monje y un trabajador de un monasterio que habían desaparecido hacía un par de días y encontraron a Serguéi por casualidad.
El rescatado explica que sintió una felicidad total y absoluta al ver al helicóptero. Los 17 días que pasó en la isla desierta fueron los peores de su vida. Se dio cuenta de que nadie lo buscaba y no podía enviar ningún mensaje de socorro porque su teléfono móvil se había mojado, se desconectó en seguida y dejó de funcionar.
En pleno siglo XXI, con todas las comodidades de la civilización moderna y gozando de los avances de la ingeniería, en una situación así, se encontró a solas consigo mismo y sin ningún artefacto que pudiese serle útil. Pero ya sea gracias al buen trabajo del equipo de rescate, a la suerte o a la providencia divina, para aquellos que crean en ella, la aventura de Serguéi tuvo un final feliz y se convirtió en una gran historia que podrá contarle a sus nietos.