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Enfrentamientos religiosos: una cara más del conflicto en Siria

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El conflicto político en Siria se está transformando en algo más: empieza a ser una colisión entre comunidades religiosas. Recientemente, madres como Nizha Ali Ibrahim han sufrido en carne propia el látigo de la violencia por estos motivos. La mujer, que perdió a su hijo, confiesa que no entiende
Enfrentamientos religiosos: una cara más del conflicto en Siria

El conflicto político en Siria se está transformando en algo más: empieza a ser una colisión entre comunidades religiosas. Recientemente, madres como Nizha Ali Ibrahim han sufrido en carne propia el látigo de la violencia por estos motivos. La mujer, que perdió a su hijo, confiesa que no entiende por qué fue asesinado: era empleado de una tienda y su único crimen consistía en ser alauí.

La población de Siria pertenece a diferentes confesiones. Los musulmanes son los más numerosos y constituyen el 90% de los habitantes, una cantidad que se reparte entre los suníes (entre el 67% y el 74%), los chiíes (12-13%), los drusos (alrededor del 3%) y los alauíes (8-9%). El 10% restante pertenecen a algunas corrientes cristianas.

Desde hace más de 40 años el país es gobernado por la minoría musulmana alauí, a la que pertenece su presidente Al-Assad. Según reconocen parlamentarios independientes como Mohammad Al Habash, la convivencia de las distintas religiones es un asunto que el Ejecutivo ha sabido manejar. En su opinión, el régimen siempre ha intentado hacer balance entre las fuerzas de poder, y por ello el 90% del Gobierno ha sido suní y cristiano, y los alauíes no han tenido más del 9%.

Pero esto ocurre en el Parlamento y en la cúpula del Gobierno, y no en las Fuerzas Armadas, donde es una mayoría alauí la que controla el Ejército. Esta distribución del poder es la que genera actos de violencia por motivaciones religiosas en los puntos calientes de las ciudades con mayores manifestaciones.

Algunos expertos se muestran escépticos y aseguran que el enfrentamiento religioso se engendró para distraer la atención de la gente y evitar hablar sobre las verdaderas reformas que necesita la sociedad. Esta es la opinión que comparte Huda, una de las más de dos millones de personas que profesan la fe cristiana en Siria. Explica que nunca antes se había visto obligada a identificarse por su religión: “Ahora la gente te dice 'tú eres suní, tú eres cristiano'. Siempre habíamos vivido sin pensar quién es quién y este conflicto lo utilizan los que quieren cambiar este sistema desde fuera para desestabilizar el país”.

Siria es uno de los pocos estados laicos en el mundo árabe. En las calles de Damasco se puede ver con total normalidad a personas vestidas de muy diferentes formas, con ropajes religiosos o simples pantalones tejanos, en uno de los muchos ejemplos del respeto que existe entre las distintas confesiones.

No obstante, según avanza el tiempo durante este conflicto, todo parece indicar que Siria no solo tendrá que estar pendiente de los cambios políticos, sino también de que esas reformas, que pueden suponer un paso hacia adelante para el país, no impliquen dos pasos hacia atrás en la convivencia de las diferentes comunidades religiosas.

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