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Violencia carcelaria en Latinoamérica, un fenómeno preocupante

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Torturas como rituales de iniciación para los que ingresan en las fuerzas de seguridad. La Justicia argentina intenta revertir estas conductas generalizadas de violencia fuertemente arraigadas en la base de algunas instituciones. En las cárceles esos comportamientos a menudo se transforman en mal

Torturas como rituales de iniciación para los que ingresan en las fuerzas de seguridad. La Justicia argentina intenta revertir estas conductas generalizadas de violencia fuertemente arraigadas en la base de algunas instituciones. En las cárceles esos comportamientos a menudo se transforman en maltratos y abusos que los reclusos sufren de mano de los mismos oficiales encargados de mantener el orden penitenciario.

La escena de tortura que se puede ver en el vídeo ocurrió en 2009 y no sucedió en un refugio de malvivientes, y la víctima tampoco es un preso o un detenido. Los torturadores son en realidad un grupo de guardias de cárceles argentinas que llamaron a esto "una ceremonia de bienvenida" para un compañero novato que se incorporaba ese día al servicio.

Los recuerdos del martirizado son muy duros. "Estaban ellos tres y yo, en total éramos cuatro. Y se empiezan a mirar entre ellos, yo estaba cebando mate. Pasan por atrás mío de la mesa, me toma del cuello el oficial Díaz. Inmediatamente me reducen, me dejan sin aire... forcejeamos. Vienen los otros dos. Me llevan a la ventana, me esposan, (...) me bajan el pantalón, me empiezan a golpear con un fiero en la cabeza, en los genitales", confiesa Carlos Maidana, la víctima de lo sucedido.

La sesión de tortura duró aproximadamente una hora e incluyó vejaciones con una escopeta y un simulacro de fusilamiento. "Fue una situación horrible. Todavía me acuerdo y me hace mal. Muy feo, muy feo", agrega Carlos.

Si así se reciben entre funcionarios, ¿cómo tratarán a un preso?

Más tarde Maidana logró copiar la filmación realizada por uno de los guardias, y presentó la prueba ante la Justicia. Los torturadores ya fueron expulsados del servicio penitenciario y recibieron una condena.

Pero este caso no es un hecho aislado. La primera reflexión es obvia... Si así se reciben entre funcionarios, ¿cómo tratarán a un preso?

En un reciente encuentro organizado por Naciones Unidas en Chile, el Relator de la ONU sobre la Tortura, Juan Méndez, dijo que: "La tortura y los malos tratos constituyen hoy una preocupación importante en América Latina y en el Caribe".

Así lo testimonian también las organizaciones de Derechos Humanos que denuncian la grave situación que se vive, especialmente en prisiones y centros de detención.

"La situación de encierro es una situación de muchísima vulnerabilidad, incluso para las personas violentas. En todo caso el funcionamiento de los lugares de detención tiene que estar organizado para poder tratar a las personas que están detenidas allí con la dignidad de cualquier ser humano. Esto es una cuestión obvia (...) pero es algo que no sucede en la región latinoamericana", asegura Paula Litvachky, trabajadora del Centro de Estudios Legales y Sociales.

El 64,3% de la población penal en algún momento ha sido víctima de maltrato o de tortura

El Gobierno argentino creó en 2004 una Procuraduría para la protección de los Derechos Humanos en las cárceles. Se trata de un organismo totalmente autónomo que rinde cuentas solo al Congreso, y que tiene plena libertad para ingresar las 24 horas del día a cualquier prisión federal para recoger testimonios y denuncias.

Una reciente encuesta de esta institución confirmó la gravedad de la situación. "El 64,3% de la población penal en algún momento ha sido víctima de maltrato o de tortura (...) Pero el dato que más nos 'shockeó' fue que en la franja etaria que corresponde entre los 18 y 21 años (...) esa situación se elevó al 85%", confirma Ariel Cejas Meliare de la Procuraduría Penintenciaria de la Nación.

Gracias a la gestión de esta Procuraduría, muchas de estas denuncias ya se encuentran en manos de la Justicia.

Hay quienes sostienen que la tortura es un riesgo casi inherente al sistema carcelario. Y que tarde o temprano las rejas de la prisión terminan convirtiéndose en un muro para ocultar lo que sucede en su interior.

La situación se hace aún más compleja en una región con altos índices de criminalidad, como es Latinoamérica, donde la sociedad no tiene como prioridad el cuidado de la integridad física de los delincuentes. Pero el maltrato es una amenaza que crece y que tarde o temprano termina golpeando a todos.

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