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La nueva generación checa, encantada con el pasado

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La nueva generación apenas recuerda los tiempos en los que la Repúbica Checa y Eslovaquia conformaban un único país socialista y no se imagina las carencias que asolaban por aquel entonces. Pero esto no quita la nostalgia que los checos sienten a través de los objetos que todavía reflejan esa épo

La nueva generación apenas recuerda los tiempos en los que la Repúbica Checa y Eslovaquia conformaban un único país socialista y no se imagina las carencias que asolaban por aquel entonces. Pero esto no quita la nostalgia que los checos sienten a través de los objetos que todavía reflejan esa época y esa forma de vivir.

Hoy día la variedad de productos que se puede encontrar en el mercado es sorprendente. Pero antes los habitantes de la antigua Checoslovaquia no se podían imaginar tal posibilidad y los más jóvenes ni siquiera caen en la cuenta de esta situación. "La época antes de 1989 fue la mejor de toda mi vida. Cuando ocurrió la revolución de terciopelo tenía tan solo 5 años, a mí no me importaba que casi no tuviéramos cosas de buena calidad", confiesa Ana Meisnerova.

Las pocas pertenencias que tenía cada uno ahora se han convertido en bonitos recuerdos para una generación que todavía guarda el eco y la memoria de sus antepasados en sus hogares.

El checo Adam Karasek cuenta que todavía tiene un gato de juguete con el que se divertía su madre en los años 70. "También tengo jarras para cerveza de un tercio y de medio litro. Y claro, el arsenal de mi abuelo: garrafa y copas para el alcohol más fuerte", agrega.

Los atisbos de épocas pasadas son una verdadera fuente temática para las cafeterías más modernas de la República Checa. En muchos cafés se pueden ver lámparas de araña que, por ejemplo, brillaron durante la exposición de Bruselas en 1958 y no han perdido su lustre y esplendor hoy en día.

Pero los restaurantes no son los únicos que desempolvan los objetos más antiguos. Los jóvenes ahora no buscan complementos de diseñadores contemporáneos, sino que les atraen los que llevaban sus padres o sus abuelos.

Y es que el amplio abanico de abalorios que salen a la venta a diario no pueden competir con los objetos que tienen, en la mayoría de los casos, más años que su comprador. Su déficit es justamente lo que más seduce al consumidor. Tal es así que para conseguirlo pueden recorrer todo el país.

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