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La nueva vida de Denís, el niño ruso abandonado en República Dominicana

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Denís Jojriakov no es hijo de ninguna celebridad ni tampoco es un niño prodigio. La razón por la que está bajo el objetivo de numerosas cámaras es demasiado triste. Durante sus 13 años de vida cambió varias veces de familia y todas ellas tuvo que empezar de cero.
La nueva vida de Denís, el niño ruso abandonado en República Dominicana

Denís Jojriakov no es hijo de ninguna celebridad ni tampoco es un niño prodigio. La razón por la que está bajo el objetivo de numerosas cámaras es demasiado triste. Durante sus 13 años de vida cambió varias veces de familia y todas ellas tuvo que empezar de cero.

Pavel Astájov es el principal defensor de los derechos del menor de Rusia. Durante los últimos años se encarga personalmente de vigilar la vida de este niño.

En octubre de 2010 volvió a Rusia tras haber estado varios años fuera de su patria. Cuando tenía cuatro años a su madre le quitaron los derechos paternales sobre él y el niño fue ingresado en un orfanato. Muy pronto lo apadrinó una pareja y fue cambiado su apellido natal (Jojriakov) por Sologub, y se trasladó con ellos a América Latina. Sus padres adoptivos le dejaron solo en la República Dominicana con gente a la que apenas conocían.

"Le pegaban y le castigaban porque se portaba de una forma agresiva. Pero era por la misma razón, se van los padres, lo dejan en esta casa, hasta no le daban comida de castigo. Entonces un vecino viendo la situación hizo la denuncia", comenta Virginia Velásquez, cónsul honoraria de Rusia en República Dominicana.

Más tarde la pareja que adoptó al niño fue arrestada por narcotráfico y ahora se encuentra en la cárcel. No se sabe todo lo que tuvo que pasar este pequeño, aunque lo que sí se conoce es que sufrió maltratos y que en el centro en el que vivió temporalmente le dieron un nuevo nombre: Diego.

En Rusia Denís fue internado en una institución de tipo familiar, a las afueras de Moscú. Al llegar allí primero se sintió un poco tenso, sobre todo porque se le había olvidado su idioma natal.

"Nos comunicábamos con gestos. No sé por qué, pero él siempre tenía mucha sed. Entonces aprendimos algunas palabras en español para entender lo que quería. Pasó de todo, pero al fin se arregló todo", afirma Antonina Barannikova, tutora actual de Denís.

El niño asegura que se siente muy bien y no quiere volver a la República Dominicana, aunque su ex tutora en este país caribeño aspira a poder adoptarle. Ahora Denís cursa cuarto grado y es bastante aplicado. Las matemáticas le gustan más que cualquier otra asignatura.

Tuvimos que elaborar un programa de estudios individual para él. Primero por razones lingüísticas y luego porque tenía muchas lagunas en cuanto a los conocimientos. Tuvo que esforzarse mucho para llegar al nivel de los otros chicos, recuerda Ruslán Abasián, subdirector académico de la institución.

Pero lo que realmente le encanta son las clases de cocina. Quizá porque este proceso, en el que se mezclan risas y olores fascinantes, le da aquello que siempre le faltó: un ambiente hogareño.

Es evidente que las paredes de un orfanato nunca podrán ser tan acogedoras como las de un hogar familiar. Pero en la historia de Denís encontrar un lugar donde poder sentirse protegido y cuidado es todo un paso hacia una nueva vida.

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