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Alta cocina en órbita: un festín cósmico en la EEI

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La nave espacial rusa Soyuz, que despegó hace dos días, se acopló este miércoles a la Estación Espacial Internacional (EEI). La nueva tripulación, un astronauta estadounidense y dos cosmonautas rusos, fue acogida con los brazos abiertos.
Alta cocina en órbita: un festín cósmico en la EEI

La nave espacial rusa Soyuz, que despegó hace dos días, se acopló este miércoles a la Estación Espacial Internacional (EEI). La nueva tripulación, un astronauta estadounidense y dos cosmonautas rusos, fue acogida con los brazos abiertos.

Según la tradición, el equipo actual de la plataforma orbital que regresará a la Tierra la semana próxima, preparó la cena solemne para celebrar la llegada de sus compañeros.

Los platos espaciales quizá no sean los más sofisticados y la EEI puede que esté lejos de parecerse a un restaurante gourmet, pero desde la Tierra se hace lo posible para que los cosmonautas se sientan como en casa.

Víctor Dobrovolski, ingeniero jefe de alimentos espaciales, comenta: “Usamos solo ingredientes naturales que no contienen aditivos artificiales como conservantes, colorantes, estabilizadores o espesantes. Esto es lo que hace que nuestros alimentos sean los más sanos para el espacio.”

Los productos cósmicos son no solo saludables, sino también variados. Los miembros de la tripulación pueden elegir entre 160 platos: desde sopas que pueden condimentar a su gusto hasta postres que sacian al más goloso.

Atrás quedaron los tiempos en los que los alimentos de los cosmonautas parecían de todo menos comida. Ahora, el pan, aunque procesado, parece pan. Solo que llevárselo a la boca todavía resulta más difícil en el espacio que en la Tierra.

En estado de ingravidez, hasta el más pequeño trozo de pastel puede provocar serios daños. Según explica Andréi Skrípnikov, investigador jefe del Centro Ruso de Entrenamiento para Cosmonautas, en el cosmos hay que tener más cuidado mientras se come que en la Tierra. “Cada pedazo de comida que se te escapa de las manos sale flotando y es complicado controlar dónde irá a parar."

Precisamente para evitar que el festín acabe entre la maquinaria de la nave, la Agencia Espacial Rusa ha diseñado una mesa muy especial, que cuenta con dos compartimentos para calentar la comida e incluso con una zona que sirve para recoger las migas de pan y funciona como una aspiradora.

Un cosmonauta necesita ingerir unas 3.000 calorías diarias, exactamente lo mismo que un corredor de fondo profesional. Y el costo de tal menú puede superar los 600 dólares estadounidenses al día. Puesto que una misión en la plataforma internacional tiene una duración media de seis meses, la cuenta de cada tripulante asciende a 110.000 dólares.

Con esos precios, no es de extrañar que el proceso de elaboración de los productos se cuide al máximo. En Moscú se encuentra una fábrica que se especializa en pan espacial. Allí se hace un pan -desarrollado especialmente para el cosmos por los expertos de la industria de pan rusa-, que nunca genera moho. Este pan aguanta 15 meses gracias a su receta especial y a los avances tecnológicos que se utilizan para hornearlo.

De jengibre, de centeno con semillas, al estilo moscovita y, por supuesto, blanco son algunos de los tipos de panes que se suman la extensa lista de comidas espaciales. Un menú que estos ingenieros esperan seguir ampliando para que los cosmonautas lo tengan todo a pedir de boca.

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