Los mejores 'legionarios del break dance' se enfrentan en la arena de Moscú
Este sábado Moscú acogió a los mejores bailarines de break dance. Los profesionales de este tipo de danzas de todo el planeta han demostrado su maestría en la final del campeonato mundial Red Bull BC One, en la arena del circo más prestigioso de la capital rusa, en el centro de la ciudad. Se trata de chicos jóvenes con muy bien oído, mucha fuerza y un arsenal de movimientos sin límites.
En el marco de este evento internacional los denominados 'b-boys' de diferentes países del mundo se enfrentaron en duelos uno a uno. Para llegar a esta gran final cada uno de los participantes tuvo que pasar por pruebas eliminatorias que se organizaron en distintos países de América Latina, Europa, EE. UU. y Asia.
"Estos doce afortunados que fueron elegidos por un jurado compuesto de personas de todo el mundo y otros 4 más que pasaron por una serie de pruebas eliminatorias son los muchachos de la calle, que de verdad han demostrado ser los más fuertes", dijo Alexéi Sávichev, el organizador del campeonato.
El jurado, formado por especialistas en este baile y los campeones en las competiciones anteriores, han valorado varios aspectos como, por ejemplo, la originalidad, la fluidez, la innovación, estilo rítmico. Además, se tomó en cuenta el uso del espacio y los tiempos, así como el carácter y la buena reputación dentro de la escena 'b-boy'.
Para llegar a la cima se necesita mucho entrenamiento, dedicación y, cómo no, un poco de suerte. El ganador fue el bailarín estadounidense Roxrite, que se llevó el cinturón de número uno del año, aparte de una grata suma de dinero.
El primer campeonato mundial de Red Bull BC One tuvo lugar en Suiza. Desde entonces cada año los 16 mejores bailarines del planeta se encuentran para averiguar quién es el mejor. Por el momento este es el evento más grande que existe de batallas de 'b-boys' uno contra uno. Y muchos de ellos sueñan con llegar a lo más alto de este campeonato.
El break dance es una danza urbana que surgió en los barrios neoyorquinos en los años setenta y alcanzó el reconocimiento más alto en la década de los ochenta, gracias a la influencia de grandes artistas que extendieron el movimiento hacia otros continentes.